EL PROBLEMA DE MARCELO EBRARD no es únicamente de tipo político. Se trata también de un asunto de ética política. Por desgracia algunos comentaristas en los medios escritos y algunos caricaturistas de la Ciudad de México, quiero pensar que por mera desinformación vienen perdiendo los parámetros de ética que se debe exigir a los gobernantes en el desempeño de sus funciones pues ahora tratan de sacar al benjamín de Manuel Camacho Solís de cualquier responsabilidad en el asunto de los 12 jóvenes muertos y los 30 heridos, que arrojó el entupido operativo practicado por la “polecía” en el “antro” “New’s Divine” en la Ciudad de México.
DOCE MUERTOS SON muchos muertos como para tratar de minimizar el hecho y si a estos sucesos le agregamos la serie de vejaciones y atentados a sus derechos humanos y garantías constitucionales que los “polecías” y ministerios públicos infringieron a las jovencitas después de haber sido detenidas después de los hechos, el asunto amerita mucho más cuidado y atención por parte de nosotros, ciudadanos comunes y corrientes.
PODRÍAMOS CONSIDERAR que Don Marcelo es ajeno por los resultados del operativo policiaco en el “antro”. Pero es inadmisible que quiera que la sociedad acepte que la responsabilidad de lo sucedido sea de los cantineros, meseros o del dueño del “antro”, cuando esa responsabilidad es única y exclusiva del secretario de Seguridad Pública, Joel Ortega, de sus mandos medios y finalmente del director del cuerpo de policías que irrumpió en el “New’s Divine.
No se vale que anden buscando responsables por todos los rincones, sin buscar primero en el rincón de las oficinas del señor Joel Ortega y sus subordinados.
POR MUCHO MENOS FUE desaforado Andrés Manuel López Obrador, esto es, por violar una suspensión otorgada por un juez federal en un amparo. Ahí no hubo doce cadáveres de jóvenes, simplemente un acto de autoridad para continuar un acceso vial y así le quitaron la chamba.
CONOCEMOS ALGUNOS casos en donde la ética política brilló por su presencia. Sabemos del alcalde de Washington que renunció a su cargo por haber sido sorprendido fumando marihuana.
Del gobernador del estado de New York que recientemente renunció por un escándalo de faldas. Recordamos al señor Profumo quien fuera secretario de la Defensa del Gobierno Británico y que renunció a su ministerio por un escándalo de tipo sexual. Y cuántos otros casos de escándalos que obligaron a los personajes de la política a renunciar a su cargo.
PERO AQUÍ EN MÉXICO primero la muerte que la renuncia. Si nuestros personajes tuvieran un poquito de ética y de vergüenza con los familiares de los doce jóvenes muertos y con el pueblo en general, ya deberían, no digo renunciar porque eso sería imposible para un mexicano en el presupuesto, pero sí por lo menos pedir una licencia y separarse de su cargo en tanto una autoridad imparcial procede a investigar los lamentables hechos.
PASARÁ EL TIEMPO y como siempre, las cosas se irán olvidando (Remember Tlahuac). Entre tanto, los inspectores de reglamentos del Gobierno del Distrito Federal seguirán extorsionando a placer en todos los giros existentes. Las autoridades continuarán con la política de “aprieten para que aflojen” y bajo esa filosofía inspectores y también los “polecías”, continuarán su diaria y meticulosa extorsión sobre los taxistas “piratas” y los no “piratas”; en los “antros”, con los dueños de los giros negros, con el negocio del cambio de uso del suelo. (Polanco por ejemplo) y etcétera, etcétera, hasta el fin de los tiempos.
LOS JÓVENES MUERTOS AL POZO. Sus familias tristes e impotentes ante la injusticia. Los partidos políticos aprovechando la magnífica oportunidad para golpear al aspirante como lo ha sido siempre en la política de todos los tiempos.
Y AQUÍ NO HA PASADO nada.
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