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La Feria del Libro de Saltillo

HORA CERO

Roberto Orozco Melo

fue un acierto de la Dirección General de Bibliotecas del Estado de Coahuila la organización de la onceava Feria del Libro de Saltillo que, en realidad, viene a ser la primera por las características del evento.

Esto, sin embargo, no disminuye los anteriores que fueron dedicados a promover el hábito de la lectura en la niñez y en la juventud y de paso lograron que reviviera en los padres de familia aquel infinito gusto de sumergirse entre las páginas de un libro y beberlo literalmente, renglón tras renglón, para luego comentarlo, compartirlo y aún discutirlo con la esposa, ante la sorprendida mirada de sus críos: que los padres lean y los hijos vean que leen y los cuestionen es, sin duda, el mejor modo de imbuir en las nuevas generaciones esta buena costumbre…

Yo pienso que sí hay lectores pues si no los hubiera no habríamos visto la golosa asistencia de familias enteras a los sitios de venta de la Feria. Suele decirse en torno a la carencia de lectura que todo tiempo pasado fue mejor, pero yo pienso que ese juicio es algo desorbitado. Sí, claro, aquellos tiempos fueron distintos: carentes, por fortuna, de las perniciosas distracciones que ahora disfrutan nuestras familias. La televisión constituye, sin duda alguna, el más temible medio de entretenimiento pues no requiere más esfuerzo que mover un dedo sobre el control y no quitar los ojos de la pantalla.

Pero también tiene cosas buenas el aparatejo de marras, como diría don Antonio Malacara; aunque no sean todas las que presenta, ni resulten tan frecuentadas. Malas telenovelas, que sin embargo, son la delicia de grandes sectores de videntes que ya quisieran las editoriales para un día de fiesta. Y es que leer implica concentrar la atención en las expresiones escritas, imaginar todo lo que el autor describe, página tras página, y avivar así las neuronas del cerebro para situar los sitios y escenarios donde se desarrollan las acciones así como aprehender y comprender el sentido de los parlamentos del diálogo, el escenario en que se mueven los protagonistas, su ir y venir, las vestimentas y adivinar el trasfondo de las intenciones. Verlas en la televisión es muy fácil: todo está en la pantalla y en el audio: la audiencia se entrega, pasiva, inane, a ver, simplemente a ver.

Pero vayamos a Feria de Saltillo que fue alojada en el marco magnífico del Museo del Desierto. Allí estuvieron los emisarios de las más prestigiadas casas editoriales del país, de las librerías y de las instituciones de Gobierno y de cultura superior que tienen la buena costumbre de editar libros. La abigarrada disposición de los sitios de exhibición y venta de libros se complicó con la asistencia múltiple de potenciales compradores y las salas de conferencias tuvieron muy buena audiencia.

La Feria fue un éxito rotundo. Los asistentes pudimos escuchar los comentarios y experiencias de consagrados escritores y escritoras, asistir a presentaciones de libros y conferencias, foros tecnológicos, humanistas, periodísticos, históricos y literarios; presenciamos obras teatrales, vimos teatro infantil y asistimos a diferentes actuaciones artísticas, lectura de cuentos para niños y a una prolija y bien tratada cátedra de análisis sobre Alejo Carpentier y su obra narrativa con José Antonio Baujín, Ana Cairo, Araceli García Carranza y Héctor Veitia.

Felicidades a los organizadores. Ojalá que la doceava Feria del Libro de Saltillo supere con mucho a ésta que acabamos de disfrutar. Hubo buena organización y eso ya es mucho. Un abrazo al licenciado Sánchez Quintanilla con la expresión de una esperanza: que en la siguiente Feria del Libro podamos ver una cátedra con el nombre de Gabriel García Márquez, su autor preferido.

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