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‘La Güera’, una soltera con cientos de ‘nietas’

LAGUNA DE RELATOS

Guadalupe Miranda El Siglo de Torreón

Yolanda Valenzuela tiene 60 años de edad y vende dulces y gorditas afuera de la escuela Alfonso Rodríguez. Desde hace más de 20 años ha atendido a muchas alumnas del plantel, quienes, por el cariño que le tienen, la llaman ‘abuelita’.

Aunque nunca tuvo hijos y jamás unió su vida con la de alguien más, Yolanda Valenzuela, a sus 60 años de edad, tiene cientos de nietas.

Y es que su trabajo como vendedora de dulces y gorditas a las afueras de la escuela primaria Alfonso Rodríguez, ubicada en el corazón de la ciudad, le ha dado la oportunidad de encariñarse con las pequeñas que acuden a diario a estudiar.

Es sobre la calle Falcón entre la avenida Morelos y Matamoros, en donde se localiza el “estanquillo” de esta mujer, el cual aunque no luce lleno de dulces o de comida casera, decenas de niñas esperan ser atendidas por “la Güera”.

“Algunas ya hasta son madres (...) todavía me recuerdan porque yo las conocí desde chiquititas, algunas incluso me dicen abuelita y otras güerita”, dice la mujer mientras es rodeada por decenas de pequeñas ansiosas de dulces.

Recuerda que fue hace más de 20 años, cuando el antiguo dueño del estanquillo en donde ahora ella labora, fue a buscarla a casa para ofrecérselo. “Lo pensé porque no podía creer que esa persona se fuera a deshacer de su negocio cuando éste le daba muy buenas ganancias (...) al final acepté gracias al apoyo de un hermano”.

Gracias a esa decisión, “la Güera” ha tenido la oportunidad de conocer a cientos de pequeñas, a quienes asegura, les ha tomado un gran cariño.

“Muchas de ellas hasta me dicen abuelita (...) las más grandes, quienes ahora ya son madres también, cada vez que viajan se acuerdan de mí y me traen un recuerdito”, comenta Yolanda mientras muestra algunos de esos recuerdos.

Aunque el deseo de quedarse en casa al cuidado de sus padres le negó la oportunidad de ser madre, dice estar feliz, pues aunque nunca tuvo hijos, ahora cuenta con cientos de nietas “son como de mi familia, las quiero mucho y creo que ellas a mí también”.

Su labor, dice, va más allá de venderles dulces y gorditas, pues se ha dedicado al cuidado de las pequeñas, “en una ocasión, recuerdo, una pequeña en su primer día de clases, esperaba a las afueras de la escuela a su madre, pero de pronto un hombre la tomó del brazo y se la quiso llevar a la fuerza, inmediatamente pedí ayuda y salí corriendo, afortunadamente no pasó nada porque pudimos rescatar a la niña”, comenta orgullosa “la Güera”.

Aunque en su rostro ya se dibujan algunas arrugas y su pelo se ha cubierto de canas, el ánimo no ha cambiado, tan es así que Yolanda no está dispuesta a dejar su trabajo, “solamente Dios sabe cuándo lo dejaré”, concluyó.

SON SU FAMILIA

“Sólo Dios sabe cuándo dejaré de trabajar (...) mientras tanto seguiré disfrutando de la compañía de las pequeñas, a las cuales quiero y considero como de mi familia”.

YOLANDA VALENZUELA SÁNCHEZ,

COMERCIANTE

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