“Con esos amigos, ¡¿para qué quiero enemigos?!
Popular
Lucía Andrea Morett, la joven herida el primero de marzo en el ataque colombiano a un campamento de las FARC en Ecuador, no es una guerrillera. Esto es por lo menos lo que nos dicen sus padres —lo cual es comprensible, aunque no siempre los padres están conscientes de lo que hacen sus hijos— y el Comité Cerezo.
¿El Comité Cerezo? Sí, es una organización creada para defender a los hermanos Cerezo Contreras, quienes están en la cárcel por presuntamente haber hecho detonar unos petardos en sucursales bancarias en 2001.
El pasado jueves 6 de marzo un grupo de “estudiantes” y de “organismos de la sociedad civil” protestaron contra los medios de comunicación por presentar a Morett como una guerrillera. “No permitiremos que se le intente criminalizar cuando su trabajo es realizar una investigación que nos acerque al drama que vive el pueblo de Colombia”, dijo una mujer llamada Frida Espejel al leer un comunicado de prensa en el llamado cubículo Simón Bolívar de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. El comunicado fue difundido por el mencionado Comité Cerezo.
¿Podemos creer que Morett no estaba realmente colaborando con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia? En principio debería uno darle el beneficio de la duda, pero cuando se examina la información disponible surgen de inmediato razones para cuestionar esta versión de los hechos.
Es poco creíble, para empezar, que las FARC hayan permitido el acceso de una persona no vinculada a ellas a un campamento de operación. Pero, además, el lugar en que fue herida Morett no era un campamento guerrillero cualquiera, sino uno instalado en territorio de otro país. Si había un secreto que quisiera guardar celosamente la guerrilla colombiana era sin duda el de que estaban utilizando el territorio ecuatoriano para sus operaciones. Darle a una académica independiente y extranjera acceso a esta información, e incluso permitirle dormir en el campamento, parecería irracional para una organización profesional y bien financiada como las FARC.
Ahora bien, ¿qué tipo de investigación académica pudo haber estado realizando Morett en un campamento guerrillero colombiano en Ecuador? La primera información que tuvimos sobre esta joven después de ser herida es que estudió filosofía en la UNAM, pero esa carrera al parecer la dejó hace años. La propia Frida Espejel y el Comité Cerezo señalaron el 6 de marzo que Morett es pasante de la escuela de teatro de la UNAM. No acabo de entender por qué una estudiante de teatro tendría que hacer una investigación sobre la guerrilla colombiana en Ecuador, pero bueno… démoslo por válido. Espejel y el Comité Cerezo también dijeron que Morett participa en el Cine Club Benkos Bohió –me imagino que todo “participante” de un cine club debe pasar por lo menos dos semanas al año en campamentos guerrilleros— y es “coordinadora de la cátedra Simón Bolívar”.
Esa cátedra no existe ni en la Facultad de Filosofía y Letras ni en ninguna otra escuela de la UNAM. A lo que se le da ese nombre es a un cubículo de la facultad tomado por un grupo llamado Coordinadora Continental Bolivariana en México, en el cual el año pasado se dieron varias conferencias sobre la difusión del marxismo en Latinoamérica y desde el cual se hace labor de propaganda a favor de las FARC y del Gobierno de Venezuela. El hecho de que el Comité Cerezo sostenga de manera tan vehemente que Morett no pertenece a las FARC parece confirmar la propia sospecha que se quiere combatir. Pero eso no es lo significativo. El que en el ataque del primero de marzo no haya sido ella la única víctima mexicana sino que hayan muerto cuando menos dos mexicanos más —y quizá hasta una decena, como lo señaló el propio ministro ecuatoriano de Seguridad Gustavo Larrea— sugiere fuertemente que un grupo nutrido de mexicanos está colaborando con las FARC.
Una serie de trabajos de la reportera Doris Gomorra publicados en 2007 por El Universal señalaban que las FARC estaban adiestrando a mexicanos. Esto debería ser inquietante para nuestro país, especialmente si consideramos que las FARC han utilizado el secuestro como una de sus formas de financiarse y que se trata de una organización que aparentemente protege y promueve operaciones de narcotráfico.
Lo peor que le podría haber pasado a Lucía Andrea Morett es que el Comité Cerezo y los grupos vinculados con la Coordinadora Continental Boliviariana hayan asumido su defensa. Pero lo que realmente debe preocupar a los mexicanos es saber si ella representa solamente la punta del iceberg. Sería una tragedia para nuestro país si las FARC estuvieran adiestrando cuadros para repetir en México el dañino esquema de operación que han empleado en Colombia.
PARACAIDISTAS EN LA UNAM
Por supuesto que no se puede culpar a la UNAM o a su Facultad de Filosofía y Letras por las acciones que realicen en lo individual estudiantes y ex alumnos. Lo que sí se debe cuestionar es que las autoridades universitarias permitan que grupos como la Coordinadora Boliviariana “expropien” cubículos y los utilicen para sus propios propósitos. Los mexicanos hacemos un enorme esfuerzo por entregar un subsidio a la UNAM que permite que todos sus estudiantes, hasta los más ricos, puedan recibir una educación universitaria por 20 centavos al año. No es justo que la institución permita que estos recursos se los apropien “paracaidistas políticos” que en este caso representan intereses extranjeros.