Desde hace más de 28 años, Martha ha transformado el acero, en hermosas puertas y ventanas.
Martha Valero, dice con orgullo que tiene dos enfermeras y unos hijos maravillosos.
Martha Valero Reyes jamás imaginó que la necesidad y el deseo de sacar a sus cinco hijos adelante le permitirían descubrir su verdadera vocación: la herrería.
Entrevistada en la intimidad de su hogar, ubicado en la colonia La Amistad de esta ciudad, cuyo patio se convirtió, desde hace unos años atrás, en su taller, comentó que “simplemente la necesidad de salir adelante con mi familia, me impulsó a dedicarme a este oficio”.
Cuenta que como toda mujer, se dedicó por varios años a ser ama de casa, pero la difícil situación económica por la que atravesaba de la mano de su esposo, la orilló a apoyarlo, hasta convertirse en lo que ahora es.
“Me enseñé a tomar medidas (...) ya nada más con que ahora me den las medidas, sale el trabajo, tiene su chiste pero aparte debe de gustarte lo que haces y echarle muchas ganas”, cuenta mientras disfruta de un refresco de cola.
Su esposo, quien hace un año y medio falleció, comenta que al verla tan dedicada a esta labor, que para muchos quizá sea sólo para hombres, le decía “tu lugar está en la cocina”, pero siempre hizo caso omiso a estos comentarios.
“Me metí y me metí de lleno a esto, quién sabe si no lo hubiera hecho qué hubiera pasado con mis hijos”, cuenta la mujer, mientras camina hasta su lugar de trabajo.
Aunque su taller es pequeño y modesto, asegura que le ha dado tantas satisfacciones, tantas “que ahora puedo decir con orgullo que tengo dos enfermeras y unos hijos maravillosos”, señala.
“Saqué adelante a mis cinco hijos desde que estaban chicos (...) siempre me han dicho que cinco son muchos, pero a mí nunca me pudo ni antes ni ahora”, comenta al interior de su taller.
Para Martha, no hay épocas especiales para su trabajo, pues hay ocasiones en que lo hay y otras tantas en que es difícil que alguien solicite de sus servicios. “Sabes... ahorita la situación es muy crítica, pero no quito el dedo del renglón”.
Aunque duro, comenta que todos los trabajos son bonitos, “si tu dicen: voy a hacer una puerta o una ventana, todo trabajo tiene su chiste y su gracia, pues no puedo decir que uno es más difícil que otro”.
Los diseños que plasma en sus obras, cuenta que en ocasiones salen de su imaginación y otras tantas, de las fotografías que logra captar Héctor, su hijo, quien ahora, tras el fallecimiento de su padre, se ha encargado de brindarle su apoyo a su madre.
Pese a que en la actualidad los precios de los materiales utilizados, entre ellos, el acero, han aumentado, Martha espera que su trabajo le siga brindando más satisfacciones como hasta ahora.