Durango

La hielera de Rodeo fue negocio próspero

Inicia sus trabajos en 1975

Rodeo, Dgo.- ¿Se imagina usted tomarse un refresco caliente reposado únicamente en agua? Pues así era ingerido antes de que a don Elfas Medina Fierro se le ocurriera la idea de traer hielo desde la ciudad de Durango y repartirlo en los pocas tienditas que en aquel entonces había en Rodeo. Este sistema operó por mucho tiempo, pero llegó un momento en que el acarreo hizo que el producto se encareciera y que por lo mismo la gente lo consumiera menos y fuera incosteable. Ante esta situación su hijo Rodolfo Medina decide establecer una fábrica de hielo en la cabecera municipal, en 1975.

Industria.- El ingeniero Rodolfo Medina Valenzuela terminó sus estudios de ingeniero mecánico electricista, lo que le dio la oportunidad de trabajar en empresas como IEM, y en las oficinas públicas de Banrural y la Secretaría de la Reforma Agraria. Sus conocimientos técnicos eran tan vastos, que lo calificaban para dirigir esta nueva compañía.

Esta industria se ubicó entre la calle Arroyo y la avenida Durango, frente al Cine Colonial, iniciándose como un negocio bastante bueno, ya que en esa época eran muy pocas las personas que tenían un refrigerador y además en la mayor parte de las rancherías del municipio no había llegado la energía eléctrica.

Contaba con pocos trabajadores, entre ellos Rubén López, que tiempo después fue gerente de una compañía refresquera por muchos años; también laboraban Maurilio Cardoza García y Arnulfo Jurado, así como los repartidores Elpirión Rentería y Eduardo García Cardoza, que llevaban la mercancía en modestas camionetitas a lugares como San Juan del Río y Palmitos, así como otras pequeñas comunidades de Indé, Durango.

Excelencia.- El hielo que se fabricaba era de mucha calidad; la barra podía durar 48 horas y si se le encostalaba y se le agregaba aserrín hasta ocho días. Nada que ver con el producto actual, que se desintegra rápidamente.

Pero para hacer este producto de calidad era necesario preparar con anticipación el apartamento que hacía posible la congelación; para esto se mezclaba agua normal con

sal de mar, traída especialmente desde Mazatlán, Sinaloa; la bañera que tenía tres metros de altura y 2.5 de ancho y de largo se iba llenando por partes. Los trabajadores la

mezclaban manualmente y lo hacían en una extenuante jornada de tres días y tres noches; esta combinación duraba dos años. La barra de hielo que se vendía al público sólo se hacía con agua de la llave; en ese entonces ni pensar que fuera purificada.

Para hacer más productivo el negocio también se expendían paletas y dado que en nuestra región hace mucho calor se vendían muy bien; era tanta la demanda que cada cinco días iban a la ciudad de Torreón, Coahuila, a traer palillos, colorantes, leche, chocolate, etcétera.

Eficiencia.- Es increíble que en sus 26 años de operación no ocurriera ningún accidente, ya que en ocasiones las jornadas de trabajo eran tan agotadoras que se tenían que procesar 60 barras de hielo, dando inicio a su fabricación a las 10 de la noche y terminando hasta otro día a las ocho de la mañana.

Con la llegada de la energía eléctrica al interior del municipio la mayor parte de la población hizo el sacrificio de comprar un refrigerador y obviamente las ventas fueron bajando, al grado de que paulatinamente se le fue abandonando y empezaron los problemas naturales del pago de recibo de luz, descomposturas de aparatos, salarios del personal, mantenimiento de local, etc., y finalmente sobrevino el cierre, que ocurrió en el año 2001.

Hoy se puede leer en el exterior de la construcción un letrero mal hecho que dice “Propiedad de Corett”, como una muestra clara del abandono en que ha caído esta fábrica de hielo, que a decir de algunas personas esta industria puede rescatarse.

José María Villegas Arreola

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