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La Iniciativa Mérida

Julio Faesler

La Iniciativa Mérida pretende combatir la producción y el tráfico de drogas, mantenimiento de los derechos humanos y la promoción del desarrollo. El proyecto original, presentado por dos congresistas estadounidenses en 2007, era mucho más ambicioso ya que consideraba recursos superiores a los 1,400 millones de dólares aprobados por el Congreso de Estados Unidos, bajo la condición de someternos a una estrecha supervisión y certificación de nuestras instituciones por parte del Gobierno de ese país.

Es explicable y muy justificado el rechazo del Gobierno de México al calificar como “inaceptables” las condiciones que se nos pretendía imponer en materia de reformas legales y judiciales que teníamos que realizar a cambio de un magro paquete de asistencia. Inclusive el zar antidrogas de la Casa Blanca, John Walters, acusó a los congresistas de su país de saboteadores de dicho plan por incluir condiciones “insultantes que son vistas como un intento de infringir en la soberanía mexicana”.

El plan supone que la solución a la demanda norteamericana de drogas está en simplemente destinar más dinero al combate que ha de realizarse siempre fuera de su país. Según esto, continuarían los altos costos en términos de vidas humanas sin hacer referencia alguna a lo que corresponde hacer para remediar las causas del dramático combate.

El consumo en Estados Unidos es el motor que echa a andar la criminal carrera de consecuencias que destroza vidas, corrompe instituciones y desarticula la convivencia. Se calcula que entre 13 y 22 millones de norteamericanos consumen drogas al menos una vez al mes. De los 2 millones de presos que hay en ese país, al menos 30% purga penas por crímenes relacionados con drogas. Sorprende, empero, escuchar de autoridades de ese país que el comercio de marihuana, heroína, anfetaminas y otras drogas sintéticas se realiza, no a través de grandes mafias sino por redes formadas por pequeños eslabones locales. No hay “capos” en el sentido que se conocen en América Latina o Asia.

Los congresistas norteamericanos pretenden juzgar la confiabilidad de los elementos que México pone en movimiento en el combate al narcotráfico para determinar si merecen los apoyos que la Inciativa Mérida prevé. Llega hasta el extremo de pretender evaluar el respeto a los derechos humanos que se tendría en el uso de tales apoyos.

Nada menciona de la obligación que a Estados Unidos le toca de terminar con la incongruente facilidad con que la colusión administrativa permite que se internan a ese país los cientos de toneladas de drogas, ni la inexplicable irresponsabilidad con la que persisten los congresistas de Washington en mantener el libre comercio de armas de todo tipo, tamaño y calibre en beneficio de las ávidas mafias latinoamericanas que, agradecidas, las adquieren para matarse entre sí y asesinar a las policias y a ciudadanos inocentes.

La guerra contra el narcotráfico no puede ser unilateral. Se despliega tanto en los países proveedores como el principal país consumidor del mundo que es Estados Unidos. El Plan Mérida sólo se concentra en la acción que desarrolla en nuestro país.

Por otra parte, en la batalla interna contra el consumo de las drogas ninguna potencia extranjera debe intervenir. En Estados Unidos ha comenzado a admitirse su responsabilidad para reducir la demanda. Un reciente e inesperado comentario del presidente Bush así lo hizo notar.

La Investigación Nacional de Drogadicción y la Salud calcula que el valor de las ventas al menudeo de drogas en Estados Unidos fue de 60,000 millones de dólares en 2005. 800,000 adolescentes entre los 12 y los 17 años conocían el uso de drogas, 25,4% de los estudiantes había sido invitado o había consumido drogas en sus escuelas. El consumo de drogas en los diferentes estados del vecino país varía considerablemente y algunas encuestas indican que ha bajado levemente el consumo de heroína, mientras que Estados Unidos se ha convertido en el primer productor de marihuana y su uso sigue en aumento. Ya para 2004 el Estado de California produjo cannabis por valor de 14,000 millones de dólares.

El tráfico mundial de drogas se valoró en 2003 fue de unos 400,000 millones de dólares a nivel de menudeo. Las ganancias son impresionantes si se toma en cuenta que el valor inicial del producto fue de 13,000 millones en origen y 90,000 millones a nivel mayoreo. La mayor parte de ese diferencial se fue a pagar protección para los campos de cultivo y de las parcelas de poder regional en que se fraccionan los narcomercados.

“Nosotros ponemos a los muertos y ustedes ponen a los consumidores”, bien dijo hace unos días el presidente Calderón. Estados Unidos tiene ante sí la enorme responsabilidad de disminuir los elevados índices del consumo de drogas, así como la imperiosa necesidad de combatir las redes de narcóticos dentro de su país y poner un freno a la libre adquisición de armas.

Tal y como lo quieren los legisladores norteamericanos la Iniciativa Mérida dejaría a Estados Unidos el derecho de evaluar la calidad de nuestros esfuerzos en el combate al narcotráfico dejando a su propio arbitrio atender o no el verdadero mal de origen que a todo el mundo siembra tragedia.

Coyoacán, junio de 2008.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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