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La lealtad, un servicio caro en una empresa de seguridad

Notimex

La seguridad personal es un atractivo producto para vender, máxime en un país como México donde el deseo de sentirse protegido es tanto que un empresario está dispuesto a gastar hasta 130 mil pesos en salarios para escoltas personales.

Efrén Camaño lo sabe bien, desde hace 32 años tiene una empresa de seguridad llamada Adros; “el negocio no es fácil, no sólo se trata de reclutar personal con características físicas especiales o de aspecto intimidatorio.

Mis muchachos -refiriéndose a sus 110 escoltas quienes cuidan a empresarios y políticos del país-, son todos ex militares o ex marinos”, debido a su acostumbrada disciplina y su alto valor de lealtad.

En cambio, señala, el riesgo de las “empresas patito” es que pagan poco a sus empleados, entonces la seguridad de quienes las contratan es mucho más vulnerable, son las escoltas “mal pagadas” quienes traicionan “por hambre y necesidad”.

Efrén asegura que 70 por ciento de las “miles y miles” de empresas que existen en el mercado de este país para ofrecer seguridad personal actúan en el “mercado negro”, y su personal va desde el carnicero de la esquina, el albañil sin trabajo y el amigo desempleado e incluso hasta los propios delincuentes.

La preparación seria de un escolta personal tiene un costo mínimo inicial de 300 mil pesos, en promedio, platica el empresario. No sólo es enseñarle a manipular una pistola y a ponerse detrás de su jefe, aclara.

Preocupado por la gente que lo acompaña, el empresario paga incluso costos superiores a los 300 mil pesos por la contratación de asesores israelitas, considerados hoy en día como los mejores instructores de escoltas en el mundo por el contexto en el que viven.

Una empresa de ese nivel, en la que un escolta personal es “bien pagado” no es fácil de erigir, dice Efrén al remontarse a sus inicios, cuando en su guardarropa sólo había dos camisas, tres trajes y dos pares de zapatos.

Negocio asegurado Con una trayectoria de 32 años ofreciendo seguridad personal a líderes políticos, funcionarios públicos como Rodolfo González Guevara, líder de la Cámara de Diputados en la L Legislatura; Jesús Dávila Narro, ex subsecretario de Gobernación y dos directores del Metro en la Ciudad de México, así como a grandes empresarios, Camaño Lugo, asegura que la industria de la seguridad es muy costosa.

Relata que empezó como cualquier mexicano que desea crecer y lo único que tiene es su vocación, “y la mía sabía que era el mundo de la seguridad, fui hijo y nieto de militares, siempre fui a una escuela militar, me casé con la hija de un militar, así que yo sabía que mi formación castrense no me dejaría dedicarme a otra cosa”.

Cuando incursionó en el mundo de la iniciativa privada, ya con una formación adicional por colaborar en el sector político, de donde asegura que aprendió mucho a ser estratega y líder, Efrén decide crear su propia empresa.

“Yo ya tenía un grupo de gente que se dedicaba a la seguridad, pues la gente para quien servía me empezaron a recomendar y a pedir servicios. Era entonces el Grupo Delta, porque así me gustó el nombre, pero ese grupo hace tres años creció y se transformó en Adros”, recuerda Efrén.

Convencido de que un guardaespaldas no debe tener espacios de inactividad para evitar ser prisionero de sus propios pensamientos y terminar maniobrando alguna acción en contra de su propio jefe o “el principal”, como le llaman, mientras el empresario al que protegía en la empresa Ncubo trabajaba, él instaló su pequeña oficina.

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