Alfredo Ríos “El Conde” fue el triunfador de la noche obteniendo dos apéndices y sobre todo el cariño y reconocimiento de la Comarca Lagunera. (Fotografías de Jesús Galindo López)
En su último festejo del año, el Coliseo Centenario presentó una noche torera y cultural. Previo al paseíllo, la afición comarcana, entrelazada con la comunidad ibérica de La Laguna, testificó lo bello de la tradición española con las Romerías de Covadonga, presentadas en su máximo esplendor con el paseo de las carretas y los cuadros artísticos en la arena del moderno recinto.
Alfredo Ríos el “Conde”
El primero de la noche, “Patriota”, sale embravecido y derrota las tablas ante la aclamación del respetable. Es recibido con farol de rodillas al hilo de las tablas, el toro acude con bravura al castigo de varas, luego quites por gaoneras. Con la muleta destacó su valor y decisión al imponerse en trazos de mucha valía; Brinda al respetable, para finalmente coronar su faena con gran estoconazo, el cónclave se volcó para exigir la concesión de dos merecidos apéndices. Cálida vuelta al ruedo.
El cuarto de la noche, “Ignorado”, es recibido y saludado con la capa con verónicas coreadas por el respetable. El diestro brinda la muerte del burel a Daniel “Travieso” Guzmán. Con la muleta y a base de sabiduría, el diestro consigue que de menos a más el burel vaya al engaño con recorrido para arrancarle muletazos de alarido y dos más rodilla en tierra, manoletinas y enormes pases de pecho. En la suerte máxima deja media estocada, en un segundo intento hunde el acero, la autoridad en el biombo saluda sin otorgar trofeos. Sin embargo la carretada de aplausos es tan enorme como la faena del diestro. Vuelta al ruedo.
Antonio Barrera
El segundo de la noche, “Espartano”, es recibido con verónicas, siendo enviado de inmediato al castigo de varas, el segundo tercio es ejecutado por los subalternos, brinda al público en el centro de la arena. Con la muleta fueron sucediéndose las tandas de naturales y derechazos. Al momento de la verdad hunde el acero hasta los moños, el español se va en blanco pero con el entero reconocimiento de la afición.
Quinto de la noche y segundo de su lote, el ultramarino saluda en repetidas ocasiones con la capa a “Ranchero”, que acude al castigo con bravura, en la suerte de varas el subalterno es abucheado tras un descompuesto segundo tercio. Estocada baja, finalmente el toro encuentra la muerte con la puntilla. Palmas.
Ignacio Garibay
Bien plantado en la arena recibe a “Andino”, tercero de la noche. Pegado a las tablas meciendo las muñecas en verónicas bien ejecutadas e impregnadas de sentimiento, desde adentro hasta el centro del ruedo. El toro acude al caballo. Quites por chicuelinas, rematando con farol de pie. Faena de poder y entendimiento ante los derrotes de su enemigo que con idea buscaba el cuerpo del torero; Garibay citaba en los medios pero el toro buscó refugio en las tablas, No obstante el diestro no da cuartel y se mete en los terrenos del astado hasta llegar a arrancar muletazos por ambos lados. Con el acero propina dos pinchazos y media estocada, finalmente su enemigo muere al descabello. El público le reconoce su labor con las palmas.
El último de la noche fue “Cisne”, recibido con verónicas y enviado luego al castigo de varas, con la muleta saca tanda de derechazos en el centro de la arena, faena riñonuda con enorme actitud y sentimiento, contagiando a la afición hasta lograr embolsarse al respetable, que a pesar de sobrepasar la media noche no abandona el tendido. En su primer y segundo intento pincha en hueso, en un tercer intento deja media estocada, el burel muere tras la puntilla. Lamentablemente, “Garibay” dejó ir los trofeos al fallar con la espada. Palmas.
Alfredo Ríos el “Conde” resultó ser triunfador de la noche dando a la afición una cátedra de buen toreo, obteniendo como resultado artístico dos apéndices, palmas y vuelta al ruedo. Pero sobre todo el cariño y reconocimiento de la Comarca Lagunera
Toros de la ganadería Jaral de Peñas, de poco juego y por debajo de las condiciones de los toreros.