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La Ocasión

palabras de poder

Jacinto Faya Viesca

La Ocasión es la oportunidad que se ofrece para hacer una cosa. Nada más lamentable que estar en la situación que señalaba EBNER – ESCHENBACH: “Cuando llega el tiempo en que se podía, ha pasado en el que se pudo”. Nosotros lo decimos coloquialmente: “Cuando pude no quise, y ahora que sí quiero, ya no puedo”.

El filósofo español JOSÉ ORTEGA y GASETT dijo: “Yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas, ellas no me salvan a mí”. No es cierto que la oportunidad sea calva, como la pintan. Claro, que hay oportunidades únicas que si no las aprovechamos, jamás se nos volverán a presentar. Pero en el orden general de la vida de cada uno de nosotros, las circunstancias nos presentan una buena cantidad de oportunidades, sólo que dependerá de nosotros el que las sepamos aprovechar o no.

NAPOLEÓN BONAPARTE con frecuencia decía que aquel al que se le presenta una oportunidad y no la aprovecha, es un tonto. FRANCISCO DE QUEVEDO en su obra, Migajas Sentenciosas, escribió: “Si teniendo ocasión no te aprovechas por falta de ánimo, no te lamentes después de pasada”. Y aquí cabe la pregunta: ¿por qué no aprovechamos las buenas oportunidades que se nos presentan en múltiples aspectos de nuestra vida: trabajos, influencias en nuestra ayuda, nuevas amistades, ayudas ofrecidas a nosotros, etc.? Muchas pueden ser las causas: desde no ver la oportunidad que ya está a nuestra total disposición, como la falta de ánimo para tomarla y hacerla nuestra.

Cuando no podemos ver la Ocasión que nos toca a la puerta, no seremos culpables, pero aún y cuando no la detectemos, allegados nuestros sí la perciben y con frecuencia nos la dicen, pero nosotros nos negamos a escucharlos. Aquí, nos negamos a considerar la percepción de otros porque en realidad no estamos dispuestos a ir tras ella. En este caso, es como si ya hubiéramos visto la oportunidad, pero no queremos saber nada de ella.

¿Cuáles pueden ser las causas por que desechemos una oportunidad? Son múltiples, pero alguna de estas causas son dignas de considerar: miedo a fracasar al no saber aprovechar la buena Ocasión; miedo a triunfar, pues el triunfo nos llevaría a echarnos a cuestas nuevas responsabilidades; un sentimiento de inferioridad de sentirnos incapaces ante la invitación que la Oportunidad nos hace; un maligno sentimiento de orgullo o de soberbia, que no nos permite recibir con dignidad y nobleza lo que otros nos ofrecen; y la falta de ánimo a que alude QUEVEDO.

SÉNECA escribió: “Es preciso mantenerse no sólo atento, sino vigilante, para aprovechar la ocasión que pasa rápidamente”. Por lo general, no aprovechamos las buenas oportunidades que otros nos ofrecen, por un malsano sentimiento de vergüenza. Falsamente creemos, que al recibir ayudas de otros, es algo vergonzoso; esta idea irracional que provoca este sentimiento de vergüenza es una de las causas de muchas personas fracasadas. Aquí, el sentimiento de vergüenza es el que aparece en la superficie, pero si escarbamos más hondo en el corazón del avergonzado, encontraremos abundantes vetas de orgullo y de soberbia.

La Biblia en el Eclesiastés nos dice, que “Todas las cosas tienen su tiempo, y todo lo que hay debajo del cielo pasa en el término que se le ha presentado... tiempo de plantar y de arrancar lo que se plantó...”.

FRANCISCO DE ROJAS en su obra La Celestina, escribió: “Conocer el tiempo y usar el hombre de la oportunidad, hace a los hombres prósperos”. Todos sabemos que el buen herrero forja el hierro mientras está caliente. Y así nosotros, debemos aprovechar las ocasiones cuando estén en su momento propicio: ni antes ni después, pues estaríamos a destiempo, como alude el Eclesiastés.

La realidad, es que la gran mayoría de nosotros sí detectamos a tiempo las buenas ocasiones, pero por lo general, no las aprovechamos, no las tomamos, por dos factores esenciales: una pesada negligencia que nos detiene, o bien, la falta de ánimo para ser nuestras estas buenas oportunidades.

Las buenas oportunidades que nos ofrecen las circunstancias o las personas, dice CRITILO, son regalos que no debemos desaprovechar. Nos comportamos negligentemente cuando somos descuidados, omisos, y cuando carecemos de falta de diligencia y aplicación. Ante esta negligencia, nos dice CRITILO, el mejor remedio no está en analizar todas las motivaciones que nos han hecho ser personas descuidadas, sino que el remedio consiste en “actuar diligentemente”; en actuar dejando a un lado la lastimera y enfermiza pereza que todo lo daña y todo lo impide.

Y ante la falta de ánimo, lo mejor es dejar de cavilar por qué razón carecemos de ánimo para tomar esa oportunidad, y en su lugar, actuar de inmediato, sacando fuerzas de nuestras flaquezas, motivándonos para la acción osada con valor y con voluntad firmísima. Recordemos, que sólo una oportunidad bien aprovechada puede mejorar enormemente nuestra vida.

Hay un consejo del sabio GOETHE, y que además, está al alcance de cualquier persona, sin distinción de cultura, inteligencia, o posición social; y que además, este consejo ha sido confirmado por los expertos en comportamiento humano; GOETHE escribió: “Entrégate a la actividad poco a poco y se irá levantando el ánimo, pero no descanses ni vuelvas atrás.

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