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La otra violencia

PERIFÉRICO

Arturo González González

La violencia es la marca de nuestro tiempo, el sello de nuestra sociedad. Día a día los noticiarios y periódicos informan de homicidios, secuestros, asaltos y demás delitos que atentan contra la integridad de personas que pasan a engrosar la ya larga lista de estadísticas de la inseguridad pública en nuestro país, en nuestros estados, en nuestra región.

Por su impacto directo y altamente perceptible en la sociedad, la violencia desatada por la delincuencia común y organizada acapara la atención de los medios y monopoliza los discursos de los políticos, siempre oportunistas. De un tiempo para acá, los mexicanos, los laguneros, vivimos a la expectativa de cuántos asesinatos ocurrirán mañana, cuántos secuestros, cuántos asaltos.

Pero debajo de esta violencia escandalosa y atemorizante, hay otra menos estridente, pero igual o tal vez más destructiva: la violencia de género.

El Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) define a esta violencia como cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado.

Y aunque esta violencia no acapara los titulares de los noticiarios ni llena las páginas de los diarios como la delincuencial, es tan frecuente y cotidiana como ésta, incluso más.

Y es que la violencia de género va más allá de la imagen común que la mayoría tiene de un marido golpeando a su esposa; este hecho es sólo una parte de ella. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia contempla diversas modalidades y tipos. Entre las primeras se encuentran: la violencia familiar, de pareja, laboral, escolar, comunitaria e institucional. En cuanto a los tipos, existe la violencia psicológica, física, patrimonial, económica y sexual.

Sin que se den a conocer de la misma forma que los delitos más “llamativos”, cada día ocurren miles de casos de mujeres que son insultadas, hostigadas, acosadas, golpeadas, violadas y asesinadas, ya sea por personas desconocidas o, más grave aún, por miembros de su círculo social cercano.

Pese a que en México y en entidades como Durango o Coahuila se ha avanzado en materia de legislación para la protección de los derechos de las mujeres, la realidad de las estadísticas refleja que los esfuerzos no rinden aún los frutos suficientes.

De acuerdo con los datos publicados en el documento Mujeres y Hombres en México 2008, editado por el INEGI y el Inmujeres, 7 de cada 10 personas del sexo femenino de 15 años y más han sufrido al menos un incidente de violencia de género en su vida.

Según la publicación, los estados a los que pertenece la Comarca Lagunera, ocupan los primeros lugares en varios de los índices referidos. Por ejemplo, Durango es el cuarto lugar nacional en violencia de pareja, el quinto en violencia familiar, el séptimo en violencia laboral y el tercero en violencia escolar. Coahuila, por su parte, se encuentra en el noveno lugar en violencia laboral.

El problema con las agresiones hacia las mujeres es que, por vicios culturales o por temor, la mayoría de los casos no son denunciados ante las autoridades. Así ocurre que miles de mujeres sufren a lo largo de su vida condiciones de violencia al grado tal que pueden llegar a habituarse a ella o verlo como una situación normal.

Cuando esto sucede dentro de un núcleo familiar, el problema no afecta sólo a la mujer maltratada, sino también a los hijos, quienes, de no recibir una atención especializada, corren el riesgo de que cuando sean jóvenes o adultos reproduzcan la violencia que vieron o padecieron en su infancia.

Se dice que la familia es la célula de la sociedad, en donde en gran medida se forma el carácter y se establecen los principios con los que crecerá la persona. Para algunos, la familia es el refugio por excelencia en el cual pueden protegerse de la hostilidad del mundo exterior. Para muchos otros, desgraciadamente, es la extensión de la inseguridad e incertidumbre que se vive en las calles hoy en día.

La violencia de género no sólo destruye la vida o trunca el desarrollo de miles de mujeres, sino que también envenena a la sociedad y cancela las vías para alcanzar un mejor nivel de vida de toda la población.

Mañana 25 de noviembre es el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, un buen pretexto para reflexionar sobre esta otra violencia que carcome a México y a La Laguna de una manera silenciosa, pero quizá más efectiva que la delincuencia, sobre todo porque lo hace con la mitad de la población del país y muchas veces desde dentro de la institución básica de la sociedad.

argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx

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