Toda clase de panes, son los que ha horneado Pedro Cruz, a lo largo de 50 años.
Don Pedro Cruz lleva años horneando panes y pasteles para toda clase de acontecimientos sociales. A sus 67 años de edad, la mitad de su vida la ha dedicado a este oficio, el cual, dice, mantendrá hasta que Dios se lo lleve.
A sus 67 años de edad, Pedro Cruz Cruz ha horneado miles de panes, desde elotes, campechanas y bigotes hasta pasteles de 15 años, bodas y para toda clase de eventos, pues ha dedicado más de la mitad de su vida a esta profesión.
Aunque en la actualidad el negocio no ha dado lo esperado, “me atrevo a decir que a diferencia de otras carreras, la panadería siempre me da dinero”, dice el hombre mientras “bolea” unas pequeñas bolas de masas hasta darles forma.
Vestido con delantal y su gorro, el hombre cuya vista luce cansada por los años, cuenta que fue a la edad de diez años cuando inició su vida de panadero en la capital del país.
Y es que con tan sólo diez años de edad, Pedro salió de su natal Tamazulapan, Oaxaca, de la mano de su hermano mayor, Jesús.
Inicialmente, dice, con la necesidad de trabajar pero sobre todo de contar con dinero para comer, buscó trabajo en una panadería, en la capital del país, “en la panadería el Buen Gusto, en donde trabajaba como ayudante, pero aprendí mucho”, dice sonriente.
Tiempo después, recuerda que a petición de unos españoles se trasladó hasta Torreón, “pues iban a abrir un negocio de helados y otras cosas”.
Ahora detrás de un viejo mostrador en donde se puede observar la gran variedad de pan que ofrece Pedro a sus clientes, comenta que luego de trabajar algunos años y de ahorrar algunos pesos, fue posible abrir su propio negocio, su más grande sueño.
Fue en 1963 y sobre la calle Morelos, en donde se instaló Pedro en su primer negocio. “Nos iba mucho mejor, eran otros tiempos”, comenta preocupado tratando de sonreír.
Pedro Cruz, padre de cinco hombres y dos mujeres, cuenta que sólo dos de ellos han heredado el gusto por su profesión, sin embargo, han tomado rumbos totalmente diferentes. “Aunque no dejé escritos mis secretos, mis recetas, ellos las llevan en su mente y corazón”, dice el hombre que asegura que cientos de recetas son las que aún se encuentran en su cabeza.
Ahora, después de 50 años de profesión pero aún con ánimos de continuar, Cruz Cruz asegura que dejará a un lado las chilindrinas, los bigotes, los quequis, entre otras de sus especialidades “hasta que Dios me lleve”, mientras tanto, continuará amasando hasta darle toda clase de formas.