El domingo fue la culminación de una temporada llena de peripecias y escándalos. Desde los problemas personales de jugadores como Michael Vick y Travis Henry hasta el escándalo del espionaje de los Patriotas, es bueno ver que el último juego de la temporada fue quizás el mejor juego de todo el año.
Primer cuarto. Los Patriotas parecían tener la mejor línea ofensiva de la historia, pero en este juego realmente se vieron mal. No solamente permitieron cinco capturas de mariscal, sino que además Nueva Inglaterra sólo consiguió 45 yardas por tierra. Hasta cierto punto puedo comprender que Eli Manning recibiera los honores como jugador más valioso, pero en mi opinión los siete caballeros de la parte frontal de la defensiva de Nueva York deberían recibir esta distinción. Estamos hablando de que la ofensiva más poderosa de la NFL únicamente consiguió... ¡14 puntos! Mención especial a Michael Strahan, Osi Umenyiora y Justin Tuck, que toda la temporada hicieron grandes jugadas.
Segundo cuarto. Los Patriotas son un equipo que se había distinguido por su imaginación a la hora de preparar sus jugadas. Sin embargo, nunca cambiaron su estrategia, tal vez pensando que ellos podían anotar rápidamente en caso de ir atrás. Quizá por eso no se dieron cuenta que la primera serie ofensiva de NY consumió más de nueve minutos, además de que ellos mismos retuvieron el balón muchísimo tiempo antes de llegar a la meta contraria. Para cuando pudieron reaccionar ya era demasiado tarde. Memo para Bellichik: lo de ustedes no es manejar el reloj, es manejar el marcador.
Tercer cuarto. Hablemos ahora de los campeones. Tom Coughlin no hizo nada novedoso ni espectacular. Todo el estadio sabía que su ofensiva se basaba en la corrida y su defensiva en la presión al mariscal, ¡y funcionó! Esto sucede cuando un equipo se la pasa toda la temporada luchando por cada yarda y por cada punto. Para los Gigantes batallar no fue nada nuevo (toda la postemporada la jugaron de visitantes), para los Patriotas sí. Solamente los Acereros en el 2005 habían hecho la hombrada de ganar todos sus juegos de visitante en postemporada antes de ganar el gran juego. Esos son los equipos que se convierten en leyendas.
Cuarto cuarto. Hablemos ahora de Eli Manning. Después de cuatro temporadas en la NFL, Eli tiene un récord de 36-28 como abridor y un anillo de Super Tazón. En sus primeras cuatro temporadas Peyton tenía una marca de 32-32 como abridor y ninguna victoria en postemporada. El domingo pasado el más joven de los Manning hizo lo que ahora algunos llaman “La jugada” (así, a secas). Después de una jugada rota en la que Adalius Thomas alcanza a tomarlo del jersey, Eli se escabulló para lanzar un pase de 32 yardas al desconocido David Tyree quedando 1:15 en el juego. Es un jugadón en el que el receptor de NY se alza por encima de Rodney Harrison para quedarse con un balón imposible. Los Gigantes culminaron esa ofensiva con un TD de Manning a Plaxico Burress que, curiosamente, se parece mucho al TD con el que Randy Moss rompió el récord de más TD’s en una temporada contra estos mismos Gigantes. Qué bueno que la NFL tiene un campeón que no se distinguió por el glamour y el escándalo, sino por la entrega y el trabajo duro.
Tiempo extra. Con el final de la temporada, esta columna cierra su primer ciclo, el cual estuvo lleno de aprendizajes. Quiero agradecer a mi amigo Hugo Castro, al licenciado Miguel Ángel Ruelas y a toda la gente de El Siglo de Torreón por esta oportunidad. La columna seguirá apareciendo de manera esporádica con más información sobre el juego, y esperamos arrancar nuevamente en la pretemporada. El blog http://pausadelosdosminutos.blogspot.com seguirá publicando ocasionalmente. Por último, quiero agradecerle a mi esposa Ale y a mi hijito Ignacio por ser mi inspiración para ser mejor persona día con día. Que Dios los bendiga.