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La responsabilidad se aprende con el ejemplo

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Ahora que está tan de moda hablar (sin hacer nada al respecto) de la Reforma Educativa, creo que no estaría de más plantearse algunos objetivos bien concretos con respecto a cómo queremos que sean los mexicanos del futuro. Y ello, por tratarse precisamente del futuro, no resulta nada ocioso.

Si ustedes conversan con cualquier maestro o profesor, del nivel académico que sea, encontrarán un tema constante: los alumnos cada vez muestran menor respeto no sólo por las autoridades, sino por el conocimiento, el esfuerzo y la dedicación. Lo que eran valores cardinales hace veinte años, ahora son ignorados. La cultura del mínimo esfuerzo y la ausencia de responsabilidad son dos grandes lastres, dos enormes enemigos a los que se tienen que enfrentar los mal pagados y socialmente bocabajeados mentores mexicanos.

¿Por qué ocurre esto? ¿Qué se puede hacer para revertir esa tendencia, que amenaza con crear generaciones enteras de émulos de Bart Simpson, aunque no tan amarillentas?

Bueno, podríamos empezar por lo que los niños ven en su casa. Difícil pedirle honestidad a un chamaco que ve lo contrario en la mesa del desayuno. Imposible exigir responsabilidad a un muchacho que cada mes observa cómo su padre esgrime una y mil excusas y mentiras para no hacer lo que tiene qué hacer, ni pagar las deudas que contrajo consciente, irresponsablemente.

Pero algo tiene que ver también lo que los jóvenes detectan en el medio ambiente, en la vida pública de un país que se niega a despegar, lastrado como está por sus mismos, eternos errores. Por no decir nada de lo que ocurre en el resto del mundo…

¿Qué puede pensar un muchacho que, después de que todos vimos cómo un político se metía dólares hasta por la terminación de su apellido, sabe que ese pillo está libre? ¿Qué ejemplo de responsabilidad recibe de quien, por mero sentido de la vergüenza, debía haber renunciado luego de que lo cacharon mientras conspiraba con un amigo de pederastas para asustar a una valiente mujer… y sigue siendo gobernador de Puebla? ¿Cómo se le puede pedir decencia y respeto a nadie, viendo cómo se las gastan nuestros legisladores?

En distintos ámbitos Bejarano, Marín y la caterva de parásitos en San Lázaro y Xicoténcatl sencillamente se han negado a aceptar su responsabilidad. Se han negado a tener vergüenza y un mínimo sentido de la decencia. Y siguen tan campantes. Ése es el ejemplo que reciben nuestros jóvenes. Y luego se preguntan el porqué de su abulia y falta de respeto. ¿Pues qué esperaban? Les decimos que ésos son los triunfadores. No se extrañen luego de los cuervos que estamos criando, si dejamos que esos personajes sean sus ejemplos.

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