EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

La xenofobia mexicana

El comentario de hoy

Francisco Amparán

El nombramiento de Juan Camilo Mouriño como flamante Secretario de Gobernación ha provocado no sólo las acostumbradas elucubraciones y diagnósticos, realizados con instrumentos tan objetivos como bolas de cristal, cartas del tarot y las puras vísceras de los comentócratas. Sino que ha puesto al descubierto una faceta de nuestra vida pública y privada de la que nadie quiere hablar, pero que delata algunos de nuestros peores vicios y defectos como nación.

En un programa de radio, un agudo radioescucha preguntaba abiertamente si el ascenso de Mouriño no será el preludio de la entrega de Pemex ¡a España! No faltó quien hablara abiertamente de cómo un extranjero estaba siendo cultivado para llegar a la Presidencia y entregar al país a los ávidos foráneos, que han vulnerado ya la soberanía de países tan dejados y atrasados como Taiwán, Irlanda, Singapur, Corea del Sur y la misma España.

Que se hable de futurismo faltando cuatro años y medio para las elecciones de 2012 habla horrores de lo que es nuestra vida pública. En realidad a nuestra clase política le importa muy poco los 40 millones de pobres que tenemos en enero de 2008. No, lo crucial es quién se está apuntando para La Grande de dentro de casi un lustro. Quién va a estar tan alienado (o idiota) como para querer gobernar lo que quede de este país para entonces (si no cambiamos de manera urgente un montón de cosas), sencillamente escapa a mi comprensión.

Además, todo el sonido y la furia que han acompañado al nombramiento de Mouriño apunta a dos defectos muy gachos que afloran con harta frecuencia en nuestra vida social: la xenofobia, que es el miedo u odio a los extranjeros; y su primo hermano, un complejote de inferioridad marca diablo, que nos hace pensar que todo forastero viene a fastidiarnos, y además es tan listo, pérfido y astuto que (siempre, inevitablemente) nos va a ver la cara de tontos, y nosotros nos vamos a dejar. Y por eso hay que huirles.

Por supuesto, como tantos y tantos mitos idiotas que se hacen pasar por idiosincrasia nacional, éste ha sido inculcado tenazmente por la educación formal de los Gobiernos de la Revolución. El PRI insistió durante más de medio siglo que México siempre había sido víctima de los extranjeros, empezando por Cortés, que encabezando una tremebunda fuerza de 500 hombres, malditos abusones, sojuzgaron a un imperio de siete millones. Claro, nunca se decía que al 95% de los mexicanos muertos de manera violenta, a lo largo de nuestra historia, los mataron otros mexicanos. La verdad es que a México lo hemos destruido los mexicanos, solitos, sin necesitar extranjeros. Y no sólo eso: nos decían que debemos temerles porque siempre quieren aprovecharse, y siempre se salen con la suya. Por eso había que cerrar a México a su influencia, no nos fueran a privatizar los magueyes y a traer malas mañas como la democracia representativa y la rendición de cuentas.

Ahora vemos los resultados de tan perversa manipulación. Mientras el mundo nos pasa por encima, nos deja sin inversiones ni empleos, nos condena a ir en el cabús, sobran mexicanos que pretenden que el mundo no existe. Y que México se puede sustraer a su influencia. Y que los mexicanos mejor seguimos pobres y atrasados y mediocres, pero eso sí: muy mexicanos. Y por eso estamos como estamos.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 326060

elsiglo.mx