La ausencia del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, como todo gran hombre, deja un vacío para la iglesia imposible de llenar, aunque permanecerán su enseñanza, ejemplo de fe, vida cristiana, firmeza, valor y sabiduría, aseguró el arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera.
Al emitir un mensaje "in memoriam" de su antecesor en la Arquidiócesis Primada de México, el cardenal destacó las virtudes del prelado quien murió este jueves a los 88 años de edad debido a afecciones cardíacas y complicaciones por la diabetes.
"Aquí, en la tierra, lloramos su muerte y rezamos por su eterno descanso, y lo recordamos llenos de gratitud por habernos dejado su testimonio de amor a Dios y a la virgen de Guadalupe, su devoción filial al Santo Padre, su confianza en el futuro de la Iglesia, su ejemplo como un mexicano comprometido con su patria y un cristiano universal", dijo.
El cardenal Rivera Carrera recordó en especial la recepción como arzobispo primado de México que le hizo su antecesor el 26 de julio de 1995 en la Catedral Metropolitana, en donde al hacer una cita bíblica se despidió al señalar que "me aguarda la merecida corona con la que el Señor, juez justo, me premiará el último día".
"Este momento ya ha llegado, siempre llega, y los que creemos en Cristo resucitado lo recibimos con esperanza. Para quienes tenemos plena confianza en la misericordia divina, la muerte sólo es una breve transición a la dicha eterna", recalcó.
Recordó que Corripio Ahumada sufrió un prolongado y doloroso calvario a causa de sus enfermedades, aunque destacó "su firmeza y valor ante situaciones adversas, sus palabras de aliento frente a los desafíos y su sabiduría ante la incertidumbre que todos experimentamos cuando se tiene que elegir".
Al hacer una remembranza del cardenal originario de Tampico, Tamaulipas, Rivera Carrera destacó que "fue un hombre de convicciones y decisiones oportunas y firmes".
Refirió que desde niño supo tomar opciones importantes, pues inició como acólito en los tiempos más difíciles en la persecución religiosa en México, a los 11 años de edad ingresó al Seminario Palafoxiano en Puebla y a los 16 ya estudiaba en Roma donde años más tarde recibió la ordenación sacerdotal.
Además, dijo, se desempeñó como sacerdote y obispo, estuvo presente en aquellos días en los que la Iglesia en Roma definía su futuro a través del Concilio Vaticano II, y una vez que el Santo Padre lo creó cardenal asumió responsabilidades importantes, confiadas por la Santa Sede, recordó.
Indicó que entre las encomiendas que asumió destacan la de representante del Papa en acontecimientos de trascendencia, en El Salvador y Bolivia "frente a situaciones en las que se necesitaba prudencia, valor y firmeza en la postura evangélica".
En México, dijo, "el cardenal Corripio Ahumada permanece entre nosotros a través de sus innumerables obras en favor de la iglesia y de nuestra patria, en la defensa de la promoción de los valores, en su afecto generalizado por los fieles, por su entrega en aquellos momentos difíciles que se derivaron de los sismos de 1985".
Subrayó que su trayectoria como arzobispo tuvo diferentes vertientes, por lo que "innumerables sacerdotes y religiosos podrían dar testimonio de su caridad pastoral y entrega apasionada por la iglesia".
El arzobispo Primado de México destacó que "mi querido antecesor recibió con inmenso amor por vez primera en México a su Santidad Juan Pablo II, fue un decidido misionero y desde su ferviente amor mariano convocó a la misión guadalupana y exitosamente introdujo la causa de beatificación de San Juan Diego".
Con esto último hizo destacar "la sencillez y el valor de nuestras culturas indígenas, pues era especialmente sensible ante la injusticia social que atestiguó personalmente cuando fue arzobispo de Oaxaca, donde fue un férreo y valiente defensor de nuestros hermanos indígenas".