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Las boletas

Gilberto Serna

Quienes han estado solicitando que se haga un recuento voto por voto, casilla por casilla, están a punto de ser objeto de una burla. Durante la votación que se efectuó en el primer domingo del mes de julio de 1994, cuando los ciudadanos acudieron a las urnas para escoger al sucesor de Miguel de la Madrid Hurtado, las papeletas que se utilizaron quedaron resguardadas para que nadie pudiera acceder a la papelería que contenía el resultado de la voluntad popular. Lo mismo ha sucedido en una posterior elección, la de 2006 en la que obtuvo el triunfo el actual presidente. Uno del PRI y el otro del PAN. En ambos casos se pidió el recuento de los votos amenazando, en el primer caso, los del PAN, con abrir las urnas que se encontraban en los sótanos del edificio que albergaba a los diputados federales hasta donde llegaron los exaltados que se vieron impedidos de avanzar en su intento de abrir las urnas al ser detenidos por un piquete de soldados que les pidieron retrocedieran y desistieran de seguir avanzando al tiempo que cortaban cartucho, cuyo chasquido metálico, más que la advertencia verbal, produjo el repliegue de los descontentos que sufrieron un leve retortijón que acabó con la protesta.

En ese entonces la ley no hablaba de destrucción. El IFE acordó que no había por qué permitir que alguien ajeno les echara mano. Luego en una oscura noche se desató un incendio que redujo a cenizas la documentación. Eso acabó con la discusión de si era legal abrir las cajas o no. Se podría decir que muerto el perro se acabó la rabia. Nadie se atrevió a acusar formalmente al Gobierno de destruir la evidencia del fraude electoral, si es que lo hubo. Total, que la historia se repite ante lo cerrado de la votación que obtuvo Felipe Calderón junto a la que reconoció el IFE acumuló su antagonista Andrés Manuel López, lo que trajo como consecuencia se exaltaran los ánimos pidiendo estos últimos un recuento de votos que no se concedió, con base en que el proceso electoral había terminado y ganó el que tuvo mayoría de votos. El argumento toral fue que de atender la solicitud sería el cuento de nunca acabar. La verdad que se arguyó, es que los perredistas no contaron con gente suficiente en el total de casillas que abrieron sus puertas por toda la república, por lo que carecían de las actas levantadas al término de la votación y no existían recursos de inconformidad que hubieran permitido al cerrarse las urnas reabrirlas para realizar un nuevo conteo.

Lo que hace dudar a la gente es el desaseo con el que se condujo el anterior presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, que fue despedido literalmente con una patada, en salva sea la parte, dejando la duda de si se le corrió por burro al no saber cómo ocultar lo malhecho de su conducta o porque habría demostrado falta de capacidad para conducir los comicios, que dio lugar a la incertidumbre que surgió respecto a quien en verdad quería la ciudadanía. Todo lo anterior trajo como consecuencia que los principios de certeza, imparcialidad, transparencia y objetividad quedaran en entredicho para una parte importante de la población, dándole bandera a quienes, desde ese entonces, se mostraron renuentes a aceptar los resultados.

En este mismo tenor la participación de personas ajenas a los partidos políticos que calificó posteriormente el Tribunal Electoral no fueron determinantes en el resultado final; tal era el caso de la promoción que hizo en su momento el presidente Vicente Fox Quesada desde la altura que le daba su cargo, de la que el Tribunal resolvió que la campaña negativa orquestada contra López Obrador no impedía la validez de la elección porque en su comisión no hubo concertación, continuidad, reiteración y complementación a fin de influir en la voluntad de los votantes.

Pero volvamos a la mofa. El Instituto Federal Electoral está dispuesto a exhibir las boletas utilizadas durante la elección presidencial de 2006 presentándolas en montón tras los vidrios de una vitrina. Tal acaba de decir el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, que sustituyó al anterior hace unas cuantas semanas. Precisó, como si fuera necesario lo aclarara, que ello no significaría que se realice un recuento de sufragios. Eso se haría antes de proceder a su destrucción. La genial idea de Valdés Zurita es que las boletas sean mostradas a los ciudadanos en cada distrito electoral, a través de un cristal. Me pregunto ¿qué objeto tiene?, ¿cuál es el fin que persigue?, ¿demostrar que existen las papeletas?, ¿es eso un acceso al material electoral que piden los que quieren un recuento? En fin, eso es el clásico atole con el dedo.

Luego remata su propuesta afirmando que si eventualmente se realizara un recuento no se modificaría el resultado significativamente. ¿El nuevo consejero presidente del IFE tiene poderes sobrenaturales y opina sobre lo que no le consta? De aprobarse por los demás consejeros lo que sugiere Leonardo, semeja a una invitación a comer en que suculentas viandas se exponen en un aparador sin que el ciudadano sea invitado a degustar de los platillos.

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