A pesar de los años trascurridos en mi vida, cada día me maravillo más, me quedo estupefacto, pasmado, atónito, turulato, boquiabierto, inamovible, estático y hasta sin aliento ante dos preguntas, que seguramente más de la mitad de la humanidad se formula ahora mismo:
1. ¿Cómo le hacen las mujeres para guardar tantas cosas en una bolsa?, hasta el mismo David Copperfield envidiaría esa mágica capacidad para cargar una gran cantidad de objetos en una sola bolsa.
2. ¿Cómo le hace un pequeño bolso para acumular en tan poco espacio el número más elevado e increíble de objetos?
Puedo asegurarle, estimado lector, que ni siquiera los más sabios del mundo escapan de la sensación de estar atrapados en una encrucijada, frente a la ausencia de una respuesta correcta ante tales interrogantes. Difícilmente encontraremos un hombre que no haya vivido esa experiencia vital, cuando observa nervioso que su mujer da inicio a la peligrosa, ardua, peliaguda y espinosa tarea de buscar las llaves de su auto en el bolso.
La tarea se da en varios pasos:
Paso 1. La mujer te mira, sonríe amablemente, en el mismo instante en el que sacude suavemente su bolso, al principio, para hacerlo de manera más violenta enseguida, buscando que suenen en el interior las llaves que busca.
Paso 2. Suenen o no suenen las llaves, la mujer pasa a la siguiente fase, a la etapa táctica: mete su mano en el bolso y pone una cara de yo no fui, a base de tacto busca en el interior las llaves.
Paso 3. Empieza a sacar de su bolso:
El cepillo de dientes con su respectiva pasta, hilo dental, cepillo para el cabello, espejo, lápiz labial, sombras para ojos, rimel, polvo, maquillaje líquido, rubor, lápiz delineador, lápiz para cejas, crema para las manos, pasadores, ligas para el cabello, pinzas del pelo, loción, un celular y un Nextel, cartera, agenda de bolsa, pastillas, laminitas o spray para el aliento, chicles Totito, una cuchara para enchinar las pestañas, lentes para el sol, lentes para leer, pinzas para cejas, pastillas para gastritis y dolor de cabeza, sobrecitos de té de manzanilla, plumas, bolsita de Kleenex, gotas para los ojos, calculadora, bloqueador solar, una memoria USB, cotonetes, seguros, esmalte para las uñas, cortauñas y lima, un estuche con hilo y aguja, ah, y no puede faltar, obviamente, la estampa de la Virgen de Guadalupe.
Paso 4. Después de tan ardua labor de inventario, la mujer inteligentemente concluye que en el interior de su bolsa no están las llaves, se coloca la diestra en la sien recordando que las colocó en la bolsa de su pantalón de mezclilla.
Después de conocer tan complicada operación femenina, el Filósofo de Güémez reflexiona y sentencia en una frase que es irrefutable como axioma matemático:
“Las bolsas de las mujeres son como los conventos... tienen ch... de madres adentro”.
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