La campaña de apoyo a la democracia y repudio a violencia emprendida por el pueblo de Colombia en contra de las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), contó con la solidaridad de ciudadanos que se manifestaron el lunes pasado, en al menos ciento treinta ciudades del mundo.
Las FARC son un movimiento armado que en su origen se presentó como una alternativa de acceso al poder frente a la falta de un sistema democrático que permitiera estructurar el poder desde la base social, que a mediados del siglo veinte afectaba no sólo al hermano país de Colombia, sino en general a la Hispanoamérica de aquellos días.
Los vientos de cambio que se produjeron al término de la Guerra Fría y las condiciones de madurez alcanzadas por las sociedades del hemisferio, abrió caminos a la democracia que a partir de grandes esfuerzos y vicisitudes se ha fortalecido en los últimos veinte años, por lo que en las condiciones que argumentaron los guerrilleros en el pasado para justificar el empleo de la violencia para acceder al poder político, hoy ya no existen.
Sin embargo, los alzados bajo la bandera de las FARC continúan beligerantes, en virtud de que el movimiento se convirtió en un brazo armado del narcotráfico internacional a partir del control de los territorios andinos en los que se cultiva la planta de coca y se procesa en laboratorios para obtener cocaína.
Así las cosas, las FARC mancillan las banderas de reivindicación social que tremolan y significan un peligro para la paz no sólo en Colombia, sino respecto a todo el continente Americano.
Las FARC han cobrado más de diez mil vidas humanas y en la práctica del secuestro sistemático de personas inocentes, mantienen cautivos en la actualidad al menos a setenta hombres y mujeres de diversos segmentos de la sociedad colombiana, lo que ha generado un escudo humano con el que la guerrilla se cubre de las acciones de defensa a las que tiene derecho la sociedad y Gobierno de Colombia, convirtiendo en rehén no sólo a ese país, sino en términos de solidaridad internacional, al género humano en su conjunto.
A últimas fechas las FARC han recibido un peligroso aliento en el apoyo que han recibido de Hugo Chávez, presidente de Venezuela que tiene a su propio país bajo un régimen autoritario en camino de convertirse en dictadura. Agitando la bandera de la causa bolivariana, Chávez se ha lanzado a una aventura que revela ambiciones expansionistas en la región, que se concretan en un intento de legitimar a las FARC y al mismo tiempo, colándose como intermediario oficioso entre la guerrilla y el Gobierno de Colombia, en un juego sucio que con el pretexto de liberar a las víctimas que permanecen secuestradas, pretende gestionar y obtener de la comunidad internacional a favor de la narcoguerrilla, el estatus de movimiento insurgente.
Ni el pueblo ni el Gobierno de Colombia le han conferido facultades a Hugo Chávez, en esa intermediación que pretende colocar al Gobierno de Álvaro Uribe entre dos fuegos; o acepta la ingerencia de Chávez fortaleciendo la posición de la narcoguerrilla o la rechaza a riesgo de aparecer el suyo, como un Gobierno insensible al que no le importa la suerte de los secuestrados que se encuentran en poder de las FARC.
Esta intromisión que anuncia una alianza amenazante entre el Gobierno agresivo de Chávez, los recursos petroleros de Venezuela y el brazo armado de la narcoguerrilla colombiana, ha sido percibida por el pueblo de Colombia, que hoy lanza la voz de alerta a la sociedad internacional denunciando la maniobra.
La estrategia de Chávez pretende hundir la apreciación de la comunidad internacional sobre el tema en una peligrosa ambigüedad, y por ello son importantes las manifestaciones que en muchas partes del mundo se han producido a partir de un esfuerzo de la sociedad civil, que sin medias tintas condena la violencia como instrumento de la política y como vía de acceso al poder en el caso de Colombia, señalando con índice de fuego a las FARC como lo que son: Brazo armado de la internacional del narcotráfico.
En un mundo en el que existen vías de participación democrática que es necesario y valioso fortalecer, es necesario que los ciudadanos libres se expresen en forma contundente y sin dejar lugar a dudas en el sentido de condenar todo tipo de violencia y privilegiar el camino de la paz, como el único que puede conducir al progreso de los pueblos.
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