Este día, hoy, los mexicanos entraremos en la época más oscura que haya vivido la humanidad en materia de seguridad pública. De ser un país regido por leyes estaremos ingresando en un remedo de civilización donde los derechos de las mayorías quedarán pulverizados por obra y gracia de un Gobierno que no han encontrado otra forma de acabar con el crimen organizado que dando vía libre a los excesos policiacos y al rompimiento del orden constitucional. Dónde iban a imaginar los letrados de principios del siglo XX que sus desvelos para proteger al individuo y sus familias de las acechanzas de los delincuentes tendría por resultado que hiciéramos trizas instituciones que constituyen las bases de una convivencia pacífica. Esto no puede calificarse si no como un desastre jurídico que en un futuro cercano puede dar lugar al nacimiento de un Estado policial y obviamente, en contrapartida, a la desaparición de garantías individuales, cuya permanencia en nuestros textos jurídicos era de vital importancia para mantener el equilibrio en la relación de autoridades y ciudadanos.
Esto no tiene explicación que valga. Hasta ahora los hogares eran cobijados por disposiciones legales que no permitían que nadie fuera molestado en su persona, familia y domicilio si no en virtud de mandamiento escrito de un juez penal. De aquí en adelante no se necesitará otra cosa que la decisión de la propia Policía para allanar un domicilio. Debe entenderse la palabra allanar como entrar en casa ajena contra la voluntad de su dueño. Se le indica que sólo podrá hacerlo en determinados casos, sin embargo será fácil burlar las trabas con sólo declarar posteriormente que se presumía era un lugar donde se escondía un delincuente o se guardaban armas de fuego o cualquier otra cosa. Tal como actualmente se hace de señalar que les dispararon desde el interior de una casa para darse el permiso de dejar hecha criba sus paredes exteriores y detener a sus moradores quienes, al parecer, no tenían puntería y al accionar sus armas parece que lo hicieron con balas de salva pues no impactaron las paredes de las casas donde, a su vez, se refugiaban los servidores públicos, los que finalmente aprehendieron a sus contrarios.
Esto, al parecer, ha servido de ejemplo para que posteriormente se dispare una pistola contra un muchacho, baleado en estos días, a cuya resultas murió. Los policías preventivos dijeron que ellos dispararon al ser “recibidos a balazos por varios sujetos” entregando una pistola, automática o revólver, al Ministerio Público “que se recogió en el lugar de los hechos”. Habría que establecer el origen de la pistola y si el occiso disparó esa u otra arma de fuego. El beber una cerveza en la calle, afuera de un domicilio, no es un delito. Es apenas una infracción al bando de buen Gobierno. Si se demuestra que no hubo disparos que dieran lugar a una respuesta del mismo tenor, mal andamos y peor andaremos si no se le pone un alto a esta conducta. El que un joven corra al ver llegar a las fuerzas del orden no tiene otra motivación que el temor que provocan las fuerzas del orden, pero no es suficiente para que se le abata de dos disparos. A menos que se demuestre, sin asomo de duda, que el muchacho detonaba un arma, el policía o los policías que hicieron uso de su pistola o fusil, su acción no merecería otro calificativo que el de asesinato.
Entendemos que pertenecer a una corporación policiaca, en estos tiempos, conlleva un riesgo. No es un asunto sencillo el salir en las oscuras noches a las calles donde habitan los delincuentes. Los nervios se tensan al máximo. El enemigo cuenta como su principal aliado la sorpresa, se requiere que los mandos mantengan la calma ante cualquier contingencia, por grave que sea. La preparación, el adoctrinamiento, son fundamentales. Los exámenes psicométricos deben ir por delante. Es la academia donde se enseña a un estudiante, que aspire a graduarse de policía, el obrar con prudencia. Dotar al personal de armas de fuego implica una responsabilidad, tanto del que autoriza como del que la recibe. Hasta donde sé son jóvenes novatos los que circulan en vehículos policiacos durante las noches. Una preparación exhaustiva no estaría por demás. Los que vivimos en el centro de la ciudad o en una colonia popof, estamos a salvo. No obstante la Policía, en caso de desmanes, nos involucra a todos.