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Las molestias del correo basura

El comentario de hoy

Francisco Amparán

Antes, cuando uno regresaba a casa de unas vacaciones prolongadas, era usual encontrar el buzón del correo repleto de todo tipo de correspondencia, que no había sido retirada de ahí por obvias razones. O bien, uno se topaba con dificultades para entrar a casa, por el montón de cartas, panfletos y papeles que habían sido introducidos por debajo de la puerta.

Hoy en día no se presenta esa dificultad, dado que la gente escribe cartas sólo allá cada venida de obispo. Además de que uno se puede ir de vacaciones a Timbuktú y regresar, sin que el benemérito Servicio Postal Mexicano se haya dignado darse la vuelta por su casa.

Al vacacionar, uno pretende zafarse de todo aquello que lo que lo atosiga a diario: los conflictos, los pendientes, la chamba cotidiana. Y por eso los más sanos suelen suspender todo contacto con lo que tenga que ver con eso. Lo cual está muy bien. Pero ahora el problema es que, al prender la computadora en un día como éste, y abrir el correo electrónico, los incautos se enteran con horror que en su buzón electrónico les esperan cientos de mensajes que se fueron acumulando a lo largo de los días, santos y no tanto.

Así pues, hay que hacer de tripas corazón y empezar a leer y responder todo tipo de mensajes que, sin reparar en fechas ni motivos de recogimiento, se fueron amontonando impíamente

Por supuesto, muchos de ellos son automáticamente desechables. Como cuando, en otros tiempos, sin abrirlos tirábamos a la basura los muy notorios sobres en que se promovían los sorteos del Selecciones, con toda su cauda de llavecitas que había que meter en bolsitas, calcomanías qué pegar a cinco centímetros de donde estaban… quienes vivieron aquello me comprenderán. Pero hay otros mensajes que no son borrados de inmediato, por el prurito de que pueden contener algo importante. Y hay que leerlos.

El equivalente contemporáneo de esa antigua pesadilla es el caudal de mensajes en que se le avisa a uno que ganó quién sabe qué rifa celebrada en Holanda, gracias a quién sabe qué mecanismo aleatorio que nunca, pero nunca se aclara; o en que se le notifica que habrá un Simposio de Criadores de Carne de Iguana en Chimalhuacán, aunque en nuestra vida hayamos visto un bicho de ésos fuera de los documentales del Discovery Channel. O simplemente se es parte de una “cadena” en que se prometen castigos bíblicos, plagas egipcias y borrado del disco duro si no se reenvía un mensaje de lo más idiota a los más idiotas de nuestros contactos.

Total, que en estos días que se retorna a la rutina, uno de los primeros trabajos a emprender es limpiar el buzón electrónico… empleando en ello una cantidad de tiempo casi equivalente al de nuestra ausencia. No sé por qué. Será para irse readaptando a la triste realidad. Al menos como excusa resulta efectiva.

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