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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Juan Recaredo

¿Por qué Monte y por qué de Piedad?

¿Por qué se le llama así al Monte de Piedad? Créame que es una duda que tengo desde que era yo un infante. La tenía (la duda) porque no descansé hasta que la pude aclarar apenas tuve uso de razón, lo cual sucedió hace unas dos semanas. Bueno, tal vez un poquito más.

Me llamaba mucho la atención el nombre del Monte de Piedad y me preguntaba ¿por qué puede llamarse así? Ciertamente no es un monte y lo que menos se da ahí es la piedad, porque si usted no tiene dinero para recuperar lo empeñado, se lo quitan sin piedad, compasión ni temor.

El Monte de Piedad es, pues, ese establecimiento a donde llevamos la tele, el microondas o una medalla de la virgen que nos dejó la abuela como “de oro puro”, para que nos presten un poco de dinero y resolver algún problemilla de liquidez que nos traiga apurados.

Esta es la historia: En Italia, hace muchos años, un religioso, Bernardino de Feltri veía con horror como sus feligreses, cuando necesitaban dinero, caían en las garras de usureros prestamistas que muy seguido –por no decir que siempre- les hacían la vida de cuadritos con los intereses.

Entonces el bueno de Bernardino decidió formar un fondo para hacer los préstamos él, con un sistema de créditos blandos y se puso afanosamente a trabajar para ganar dinero y poner en marcha su plan cuanto antes.

Trabajó en todo, de todo y de lo-que-fuera.

Hubo días en que no había mas y entonces se ponía a pedir limosna. No le importaba nada con tal de allegarse fondos para cumplir su propósito. Si no se ponía a limpiar parabrisas en los cruceros disfrazado de “Cepillín malabarista” era nada más porque aún no se inventaban los autos ni los semáforos.

Pues resulta que con las limosnas no le fue mal. Pronto juntó una “lana” considerable y le dijo a su gente:

“…El que necesite dinero, dígame y yo se lo presto. Por los intereses no se preocupen. Nada más les voy a cobrar una pequeñísima tasa para cubrir los gastos…”, o sea, lo mismo que dicen ahora los bancos, pero entonces sí era cierto. Es más, cuando el préstamo era pequeño, ni eso les cobraba. Lo hacía verdaderamente como una obra de caridad, una obra pía, es decir, de piedad.

En cuanto a “monte”, la explicación es que, esa palabra, en italiano, tiene el sentido de “montón”, amontonamiento o colecta.

Monte de pietá venía siendo entonces una colecta para una obra de caridad, una obra piadosa: El Monte de Piedad.

Estimado Don Juan.

Escríbame a “Estimado Don Juan” y plantee las dudas que tenga acerca de los usos del lenguaje. Con todo gusto trataré de aclararlas. La dirección de correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com

Y si le interesa el tema de las palabras, le recomiendo los libros “Como dijo II”, “Cómo dijo IV”, “El Bien Decir I”, “El Bien Decir II”, “Por si las dudas” y “El Diccionario para Uso Diario”, todos con el singular estilo y el humor de mi querido compadre Ricardo Espinosa. Pídalos a libros@comodijo.net o bien al Tel 0181 8317 8659 y se los mandan hasta la puerta de su casa, en cualquier ciudad del País.

PREGUNTA DEL PÚBLICO.- ¿Cuando uno se alínea es correcto decir ¿yo me alinié? pregunta Pedro Manuel Cavazos de Oaxaca.

RESPUESTA. No, lo correcto, aunque nos suene un poco raro es: yo me alineé. Lo mismo opera para los verbos desear, pasear, titubear, etc. Lo correcto es yo me pareé, yo deseé y yo titubeé.

Frase profunda para terminar: El argumento más difícil de refutar es el silencio… ¡Ándale! ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!

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