Son “a fuerza” pero no “a fortiori”
Voy a conocer A EL papá de mi novia…
Vengo DE EL lugar donde nací…
A veces pecamos de ultracorrectos. Y literalmente pecamos, porque en las cosas del idioma la ultracorrección es un error, es un pecado.
En este caso quiero referirme a lo que en el estudio del lenguaje se llama contracciones, casos en que dos palabras se unen y forman una sola. En nuestro idioma “contracciones obligatorias” se dan en muy pocos casos. De hecho son pares y no llegan a cuatro. O sea que son solamente dos
Fíjese por favor muy bien para que no se haga bolas:
No debemos decir A EL porque las contracciones, como en el caso de las embarazadas, son obligatorias, tienen qué darse y esta es una de ellas.
Cuando se juntan la preposición A y el artículo EL, por regla gramatical se deben juntar y producir la contracción AL.
Voy a conocer AL papá de mi novia… ¡Ándele, eso sí!
Lo mismo sucede con la preposición DE y el artículo EL:
Vengo DEL lugar donde nací ¡Muy bien!
En Español, sólo hay esas contracciones obligatorias: AL y DEL. Se deben usar “a fuerza” pero no “a fortiori porque esta expresión latina no significa “a fuerza” sino “con mayor razón”
Solamente cuando el artículo EL es parte de un nombre propio o cuando hace funciones de pronombre, entonces no hay contracción: Suponga usted que hay un restaurante que se llama El Rinconcito. Ése es el nombre completo: El Rinconcito.
Entonces, si usted quiere platicar que fue a ese lugar, no debe usar la contracción. Fuimos a comer AL Rinconcito, no. Lo correcto sería: Fuimos a comer A EL Rinconcito. Así sí, para que se conserve completo el nombre del lugar.
Cuando ÉL está haciendo funciones de pronombre, debe llevar acento para diferenciarlo del artículo EL y en ese caso tampoco se puede contraer. Por ejemplo: Este libro es de él.
Estamos diciendo ÉL en lugar de decir el nombre, porque se supone que nuestro interlocutor ya sabe de quien se trata, ya sabe quien es el dueño de ese libro al que nos estamos refiriendo.
¡Uf! Esto las contracciones es difícil. Se pone uno a dar explicaciones y queda agotado… ¡como sucede con las embarazadas!
Estimado Don Juan.
Escríbame a “Estimado Don Juan” y plantee las dudas que tenga acerca de los usos del lenguaje. Con todo gusto trataré de aclararlas. La dirección de correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com
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PREGUNTA DEL PÚBLICO: El agravante es masculino ¿o debe ser LA agravante?, pregunta Francisco Javier Gómez.
RESPUESTA. Hay controversia con respecto al género de la palabra AGRAVANTE. Pero Don Manuel Seco, un respetabilísimo académico de la lengua, asegura que lo correcto es LA AGRAVANTE porque ése es un nombre que debe emplearse como femenino.
Frase estadística para terminar: Avanzados estudios demuestran que de cada diez personas que hablan español, cinco, son la mitad. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!