Hasta los gatos quieren zapatos… y los ratones calzones
Los gatos deberían llamarse “in-gatos” porque son muy ingratos. Uno los quiere, los consiente, los apapacha y ellos ni siquiera practican la fidelidad, cuando no les gusta el ambiente que se les da, simplemente se van.
La palabra gato en nuestro idioma tiene muchas y muy diversas acepciones.
Ser “el gato” de alguien es ser su sirviente en la forma más insultante y despectiva que alcanza también en su forma femenina a la “chacha” que viene a ser la “felina” la cual “pa´ servir ni se menea…” como dice Chava Flores en alguna de sus canciones.
Según un antiquísimo y gastadísimo chiste. ¿sabes por qué los perros persiguen a los coches? Porque llevan un gato en la cajuela… y se queda uno con la pregunta ¿por qué se le llamará gato a ese aparato que sirve para levantar el coche y cambiarle una llanta…? Nunca lo he podido investigar.
Lo más curioso del gato animal es que, a pesar de que parece importarle muy poco la opinión de los demás, constantemente está limpiándose, lo cual se le agradece aunque sea saliva lo que usa para sus abluciones.
Cuando uno sospecha que hay algún hecho malintencionado que le puede perjudicar, dice que “aquí hay gato encerrado” y que no hay qué buscarle “tres pies al gato” sino que se necesita afrontar el problema y si la situación está muy crítica, habrá que defenderse “como gato boca arriba”.
Luego, si alguien me demuestra que las cosas no son de esa manera, pienso que “si no es gato es gata”, o sea que la moneda sólo tiene dos lados y si no cae de uno, tendrá que caer del otro.
“A gatas” sale un borracho de la cantina porque ya no puede ni con su alma, pero tal vez nadie se dé cuenta porque “de noche todos los gatos son pardos” y si se salva de un gran peligro alguien tal vez comente “este tipo tiene más vidas que un gato…” pues dicen que si hay un mamífero difícil de matar ese es el gato, que para eso tiene siete vidas y las que algunos alargan el número a nueve.
En las tiras cómicas y en las caricaturas abundan los gatos, desde el Gato Félix, personaje destacado de mis años infantiles hace medio siglo, hasta Garfield, pasando por Tom el de Tom y Jerry y por Silvestre, entre muchos otros felinos de todos colores y sabores.
Otro personaje felino, pero éste que funciona como elemento tipificador del paisaje urbano es “el gato viudo” que crea Chava Flores y que se la pasa quejándose de que su amo ya le escatima mucho sus privilegios: “antes sacaba del mandado, me daba pa´mi helado, mi cine, mi jur bol. Ahora con lo que me ha pasado me tiene más enfriado que un hielo de jaibol…”
Estimado Don Juan.
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PREGUNTA DEL PÚBLICO.- Tengo algunas dudas –nos plantea Gonzalo Mier de Aguascalientes-. ¿Cómo debe decirse a lo mejor o a la mejor? También quisiera saber qué es más correcto decir a fuerzas o a fuerza.
RESPUESTA. Lo correcto es a lo mejor. En cuanto a la otra pregunta no debe uno referirse a lo MÁS correcto porque entonces también podría haber lo menos correcto. Aquí lo único que cabe decir es que lo correcto es A FUERZA.
Frase inesperada para terminar: Lo ideal es que, para cuando te des cuenta que algo era imposible de hacer, ya lo habías hecho. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!