Las aventuras buenas son buenaventuras
Una vez, alguien me discutía que la buenaventura era una palabra pleonásmica o redundante porque si la ventura es lo bueno que nos pasa, entonces no tiene caso ponerle el calificativo.
Habría que aclarar que la ventura no es necesariamente lo bueno que nos pasa. La ventura es como la suerte. Si no la calificamos, damos por hecho que nos estamos refiriendo a algo bueno: ¡Qué suerte, ya se fué mi suegra! ¿Por ventura, viven tus padres?
En cambio, no siempre pero sí por lo general, cuando me refiero a la mala suerte o a la mala ventura, aclaro de cual se trata. Hay otros casos similares que prejuzgamos equivocadamente como la fortuna y el éxito.
Por eso son tan útiles las etimologías, es decir, las raíces de las palabras, porque abren la posibilidad de ubicar en donde está el error y por qué lo cometemos.
Veamos por ejemplo la palabra ventura. La palabra ventura da la impresión de referirse a algo bueno porque parece proceder de “bien” o de “bueno” pero no es así. Venturus, que es su raíz latina, significa lo que viene, lo venidero, lo que está por suceder.
Ven, muchacho, -te dice la gitana- te voy a decir tu buenaventura. Así dice, pero si no le pagas bien es probable que en venganza te pronostique una ventura más mala que buena. Eso hace la muy desventurada.
La suerte es la casualidad, el azar, lo que se da sin haber sido previsto y eso puede ser bueno o malo, más o menos lo mismo que es la fortuna, que es el destino, la casualidad misma y que no tiene que ser bueno necesariamente.
El éxito es la salida, -eso explica que en inglés la salida sea “exit”- y puedes salir bien o mal de un negocio o de un trabajo o de cualquier cosa que hayas emprendido. Por eso usted no se ría cuando alguien diga que tuvo buen éxito en una acción, porque también pudo tener mal éxito.
Del mismo origen que ventura es la aventura. Etimológicamente, o sea, de acuerdo con sus raíces, ventura y aventura significan lo mismo. Sin embargo, por el significado que le ha dado el uso, la aventura implica un poco más de riesgo o imprevisión. Por eso “irse a la aventura” es irse sin haber preparado lo necesario y lo “aventurado” es algo riesgoso o peligroso.
La bienaventuranza es la beatitud. Es el derecho a disfrutar el cielo, de acuerdo con las creencias cristianas. Los bienaventurados, según la Biblia, son los dichosos y los dichosos son los que tienen dicha y la dicha es la palabra que se ha dicho o se ha predicho ¿en dónde? pues en la Biblia. Y ahí se cierra el círculo, para aquellos que adoptan la filosofía cristiana.
Estimado Don Juan
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PREGUNTA DEL PÚBLICO.- ¿Cómo se debe decir restorán o restaurant? pregunta Carla Núñez de San Juan del Río Qro.
RESPUESTA: Sólo una de las dos formas que cita usted se considera correcta. La palabra es un galicismo, eso quiere decir que proviene del francés, y ya convertida al español debe ser restaurante. Recientemente la Academia de la Lengua aceptó también la forma restorán.
Para terminar, una frase de Jaume Perich (¡mucho gusto, Jaume) ¡Qué desagradable resulta caerle bien a la gente que te cae mal! ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!