Caso especial: un argentino modesto
Para mi amigo el argentino, cada vez que lo presentan, es un problema: el pobre tiene la desgracia de llamarse MODESTO… ¡nadie le quiere creer!
Para una persona de apellido Barriga es un doble problema estar gordo… Aparte de que siempre está a dieta, inevitablemente la gente se ríe si le presentan a un Señor de más de 100 kilos que se apellide así. Para un gordo así también es un problema apellidarse Delgado o Delgadillo, por razones obvias.
Otro caso grave es el de mi compadre Sergio Angulo. Su apellido es una invitación clara e irresistible al albur. Hasta el mismo Sergio con un gran sentido del humor –qué remedio le queda- cuenta el caso de su abuelo que era poeta popular y presumía de ser un gran rimador. Decía:
Yo me llamo Pedro Angulo
y cuando me meto en el mar
procuro que el agua del mar
sólo me llegue hasta la rodilla
Y nunca faltaba alguien que le alegaba “eso no rima”, a lo que él contestaba: “¿Ah no? deja nomás que suba la marea…”
No podemos negar que el nombre de la persona tiene una gran influencia en su vida cotidiana. Cuando me presentaron a Cristóbal Cortés, al escuchar su nombre no pude evitar hacerle la broma de contestarle: Mucho gusto, Hernán Colón para servirle.
Ser un Próculo ya es un descaro, dice Chava Flores en una de sus ingeniosas canciones y luego se ríe de aquel que se llamaba Expedito, por la delicadeza del diminutivo.
Usted no me lo va a creer, pero es verídico el caso del tipo que se llamaba Napoleón y se apellidaba Primero. Dicen que tenía problemas nerviosos y un día tuvo que internarse en una clínica psiquiátrica. El problema no fue entrar sino salir. Cuando iba saliendo le preguntaban su nombre y cuatro veces le sucedió que de ahí, lo volvieron a internar. A ver, tú quien eres? ¡Napoleón Primero! Pues vas para adentro de nuevo.
Otro problema causado por su nombre es el que todos los días vive otro de mis amigos cuyos padres osaron ponerle por nombre Hércules. Y cuando sale a relucir su nombre y la gente se empieza a reir, Hércules te pregunta: ¿Sabes cómo me decían de chiquito? ¿no? Pues me decían Chacho.
Estimado Don Juan.
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PREGUNTA DEL PÚBLICO.- Es incorrecto decir “no hay nadie” porque eso quiere decir que sí hay alguien, comenta Juan Cruz Guerrero ¿Usted qué opina?
RESPUESTA.- En nuestro idioma se da mucho la doble negación; no vino nadie, no hay nada, etc. La Real Academia la acepta diciendo que no es que se niegue lo que ya se negó sino que se confirma la negación dada.
Frase consoladora para terminar. Desde hace 400 años los países del tercer mundo tienen un porvenir halagador ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!