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Las Palabras tienen la Palabra

Juan Recaredo

Los que no dijeron

lo que dicen que dijeron

“Eppur se muove”, dicen que dijo Galileo mientras una bola de montoneros se lo ajusticiaban…

“Y sin embargo se mueve…”, según esto siguió terco diciendo Galileo (no era nada de Galilea Montijo) a pesar de que la causa de su muerte era precisamente que lo juzgaban un loco agitador que nada más andaba alborotando a “la raza” afirmando que la Tierra siempre se estaba moviendo.

“Y sin embargo se mueve”, “El estado soy yo”, “La suerte está echada” y “No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”, son frases muy reconocidas por la historia, que identifican plenamente a sus autores: Galileo, Luis XIV, Julio César y Voltaire. ¿Está usted de acuerdo? Bueno, pues ¡no es cierto!

Si nos ponemos a escarbar en la historia, nos vamos a encontrar una gran cantidad de información falsa, o por lo menos sin base alguna que permita declarar algunos hechos como absolutamente ciertos.

Entonces resulta que Galileo nunca subió a la Torre de Pisa a dejar caer una bola para demostrar que la tierra se zangoloteaba, sino que un discípulo suyo de apellido Viviani fue el que contó eso como una anécdota y la frase “Eppur se muove”, supuestamente pronunciada por Galileo en el momento de morir es también una leyenda. Pero hay las mismas probabilidades de que haya sido otra cosa la que dijo, por ejemplo, “No sean así, qué ganan con matarme”.

Tampoco hay evidencia de que Luis XIV haya entrado una vez al Parlamento de París con su ropa de equitación y que haya interrumpido el debate diciendo: “El estado soy yo…”, en un tono autoritario como queriéndole poner demasiado elástico a sus calzones.

Ahora se está aclarando que lo de “el estado soy yo” parece que se lo inventó mi compadre Voltaire que era muy bueno para elaborar frases resonantes.

Nada más que luego al mismo Voltaire se le voltairó el chirrión por el palito, porque más de doscientos años después de muerto, la escritora S. G. Tallentyre le inventó aquello de que “No estoy de acuerdo con lo que usted dice pero defenderé etc, etc, etc”.

¿Qué fue lo que en realidad pasó? Pues que en la época en que vivía Voltaire apareció publicado un libro que se llamaba Del Espíritu, de un oscuro escritor apellidado Helvetius, en el cual criticaba a la religión.

Ese libro fue condenado y quemado públicamente y cuando le comentaron eso a Voltaire, dijo más o menos: “pues me sorprende que le anden dando tanta importancia a ese libraco, que está lleno de lugares comunes, de hechos oscuros y de errores garrafales”.

En realidad la escritora no pretendía citar una frase histórica de Voltaire sino dar una idea de su postura ante un hecho como ese.

¿Y lo del emperador Julio César? Bueno, en primer lugar no se llamaba Julio ni era emperador. Eso nada más para empezar. Su nombre era simplemente César. El primer nombre generalmente no se usaba a menos de que tuviera algún hermano de igual nombre para diferenciarlos. Tampoco fue emperador por la sencilla razón de que en su época en Roma no había emperadores. Fue su sucesor César Augusto que era medio “mamilas”, el que tomó ese título por primera vez.

“Alia jacta est”, es decir “La suerte está como una vaca… echada”, no fue una expresión suya ni se tiene el más mínimo indicio de que la haya dicho Don Julius cuando estaba frente al Río Rubicón. Si realmente la dijo es porque era una frase muy popular en esa época y todo mundo la decía. Además el río puede ser el Rubicón, pero también hay quienes afirman que fue el Fumicino, el Pisciatello o algún otro río de la localidad.

Y ya aquí le paramos porque si seguimos por ese camino vamos a encontrarnos con que la guerra de Troya nunca existió y pues el famoso caballo ¡menos!, o de que la bellísima Cleopatra no era egipcia, tenía horror a las serpientes y era más fea que una mentada en ayunas, cosas también que como tantas otras que ha dicho la historia, están siendo desmentidas por los modernos investigadores.

Estimado Don Juan

Escríbame a “Estimado Don Juan” y plantee las dudas que tenga acerca de los usos del lenguaje. Con todo gusto trataré de aclararlas. La dirección de correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com

Y si le interesa el tema de las palabras, le recomiendo los libros, “El Bien Decir I”, “El Bien Decir II”, “Por si las dudas” y “El Diccionario para Uso Diario”, todos con el singular estilo y el humor de mi querido compadre Ricardo Espinosa.

Pídalos a libros@comodijo.net o bien al Tel 01 81 83 17 86 59 y se los mandan hasta la puerta de su casa, en cualquier ciudad del País.

PREGUNTA DEL PÚBLICO.- “¿Es aceite de oliva o aceite de olivo?” pregunta mi amigo Rogelio Ramos.

RESPUESTA: El razonamiento es muy simple. Olivo es el árbol y oliva es el fruto, el que nosotros conocemos más comúnmente como aceituna, que significa precisamente la que tiene el aceite. Entonces, si el aceite se obtiene del fruto, lo más lógico es decir aceite de oliva, aunque decirlo de la otra manera tampoco se considera un error.

Definición para terminar: Democracia: cuento chino inventado en Grecia. (La palabra Democracia deriva del griego) ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!

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