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Las parejas multirraciales

El comentario de hoy

Francisco Amparán

La virtual candidatura presidencial de Barack Obama por parte del Partido Demócrata, entre muchas otras novedades, ha hecho que se le ponga atención a un aspecto de la vida social norteamericana que rara vez se discute o analiza públicamente: el crecimiento de los matrimonios multirraciales; esto es, entre personas que pertenecen a diferentes etnias.

Obama es hijo de un padre keniano de color serio y una madre medio desteñida oriunda de Kansas, uno de los estados más blancos de la Unión Americana. Según los cánones usuales, eso lo hace automáticamente afroamericano. ¿Por qué? Pues por el tono de su piel. Si hubiera salido güero de ojo azul (como muy bien podría haber ocurrido; la genética juega esas pasadas) quién sabe cómo estaría catalogado.

El caso es que la unión de los padres biológicos de Obama ha llamado la atención a un fenómeno en crecimiento: la cada vez más frecuente unión entre personas de razas diferentes, en un país que siempre se ha preciado de ser “crisol de culturas” y tierra de inmigrantes… de muy distintos orígenes, colores y sabores.

Lo que constituye un fenómeno reciente: según el censo de 1960, realizado un año antes del matrimonio de los padres de Obama, de los 40 millones de matrimonios norteamericanos que existían entonces, sólo 51,000 estaban constituidos por blanco y negra (o al revés). Esto es, un raquítico 0.1%. No sólo eso: unos años antes, una encuesta mostraba que sólo un 4% de los blancos aprobaba una unión de ese tipo. Los matrimonios multirraciales eran no sólo escasos, sino mal vistos por la mayoría.

Las cosas cambiaron, pero muy poco a poco. No fue sino hasta 1997 (cuando Barack ya tenía sus buenos treinta-y-tantos años) que una encuesta nacional mostró a más un 50% de los blancos apoyando ese tipo de uniones. Ojo, hace apenas poco más de diez años. Digamos que los viejos hábitos tardan en morir.

Pero hay otro dato más revelador, a propósito de viejos: el año pasado, otro sondeo mostró que un 64% de los blancos mayores de 50 años se sigue oponiendo a los llamados matrimonios mixtos. O sea que dos de cada tres caucásicos maduros quizá no vean con buenos ojos al fruto de una de esas parejas.

Como está la cosa, el asunto podría ser un factor en la carrera presidencial de este año. No sólo la raza de Obama, que como decíamos es más bien cuestión de percepción; sino su procedencia, derivada de una situación que a cierto porcentaje de sus conciudadanos (que anda por ahí del 25%), no le parece correcta o natural.

Así son los Estados Unidos, aunque sobre quien los quiera ver como un país libertino y sin restricciones. Para que vean.

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