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Las preocupaciones del momento

Hora Cero

Roberto Orozco Melo

Que el sueño democrático se frustre, cuando está tan a la mano, preocupa seriamente a los editorialistas de los medios impresos nacionales y estatales.

Tal preocupación tiene su origen en la mañosa actuación de los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión, que en vez de visualizar sus objetivos como esencial prioridad en la agenda, la manipulan en lo oscurito, con la pérfida intención de someterla ante el pleno legislativo hasta que los seis líderes de las tres más importantes bancadas partidistas -dos por cada una- logren “cochupear” a su plena conveniencia el otro cambio político.

La página editorial del grupo “Reforma” que apareció en todos sus diarios el domingo pasado, evidencia claramente el desasosiego de dos de sus más lúcidos colaboradores, Gabriel Zaid y Enrique Krauze, quienes lo expresaron en sendos artículos de idéntica intención democrática.

Dice Zaid en su colaboración quincenal: “…es patético que el PRD, cuando tiene más poder legislativo que nunca (y el poder legislativo pesa más que nunca) en vez de sentarse a gobernar, tome las calles para seguir en la oposición y llorar la Presidencia que perdió, aunque la Presidencia ya no tenga los poderes que pasaron al Legislativo, precisamente”.

Krauze, a su vez, hace una comparación entre la posición del líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, y la del actual inspirador, tras escena, de los movimientos del partido del Sol Azteca: Porfirio Muñoz Ledo. Dos ejemplos expone el historiador Krauze: “La comparecencia de Cuauhtémoc Cárdenas ante el Congreso, en torno al tema del petróleo, fue un ejemplo de la opción democrática. El líder histórico del PRD acude al Poder Legislativo. Lo recibe la perredista Ruth Zavaleta con palabras, que son, cada una, sinónimas de democracia: “Pluralidad de pensamiento, respeto a todo tipo de ideologías, voluntad de construir acuerdos, disposición a que la cuestión petrolera se ‘debata con argumentos bien fundados, en un marco de racionalidad…por encima de las descalificaciones’”.

Cárdenas -continúa Krauze- también expuso en detalle su propuesta para rescatar a Pemex y, en clara alusión a los radicales de su partido, advirtió: “Se está corriendo el riesgo de viciar de antemano, a priori, un debate que es necesario, pero respecto al cual, por polarizarlo, se está perdiendo objetividad para concretar ‘un debate abierto de las posiciones por encima de la mesa’”. Esa libre confrontación de las ideas –concluyó- permitirá determinar a posteriori “cuál es la mejor política petrolera para el país”.

Desde estudiante –digo yo- Muñoz Ledo fue un abusado viandante entre las diversas lealtades políticas, un exacerbado agitador de masas y (con) eficacia, pero en su provecho, un buen vendedor de ideas demagógicas.

Ahora busca influir con extremismos a quien no lo necesita: Andrés Manuel López Obrador. Krauze repite tres de las proposiciones del “camarada” Muñoz: “…reventar al sistema, echar toda la carne al asador (para) acortar por vías pacíficas (¿…?) el mandato de Felipe Calderón (pues) 300 mil gentes en las calles pueden hacer una transición democrática”. Y aún copetea este trasnochado buscador de chambas: “La situación actual no tiene una solución institucional”.

No resisto la tentación de comentar estos alarmantes conceptos; en el PRD conviven abiertamente más de dos corrientes partidistas que proponen medios violentos para cambiar el actual estado de la política mexicana.

Insatisfechos, mesiánicos y disconformes los perredistas no paran a pensar en el bien del país, por saciar la avidez de poderío inducida por el audaz “presidente legítimo de México”. Conviven muchas otras ambivalencias en el perredismo: algunos militantes están convencidos de la vía del diálogo y otros son extremistas radicales, pero todos cobran altísimos salarios y viáticos en el Congreso de la Unión, en el Instituto Federal Electoral y en la jefatura de Gobierno del Distrito Federal; más, aparte, en los gobiernos estatales presididos por destacados miembros del partido amarillo. Vaya, que las cinco fuentes de canonjías y prebendas así se multiplican por 32. ¿Quién querría perderlas? Igual están el PAN y el PRI.

Fueron perversas las intenciones de quienes proyectaron la primera reforma política mexicana y peor aún las flamantes innovaciones hechas al sesgo por el actual Congreso de la Unión. Las elecciones federales y sus organismos fundamentales se entregaron, vía el Poder Legislativo, en las manos de los tres partidos políticos mayoritarios quienes designaron, ad líbitum, a los consejeros cumpliendo las intenciones expresadas en repetidas ocasiones por Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué más nos espera, por quién y por parte de quiénes?.

Subsidiábamos en la anterior situación política a un solo partido todo poderoso; ahora mantenemos a tres. El monopolio del poder político hoy es tricéfalo y carga varias malformaciones genéticas: los partidos de minoría. Por eso es que Zaíd, Krauze y otros comentaristas de la cosa pública están más que preocupados y lo dicen sin ambajes. Nosotros también...

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