Nueva York.- Aunque abandonó la carrera presidencial hace algunas semanas, Bill Richardson aún está jugando sus cartas. El político de ascendencia mexicana más popular en Estados Unidos sigue apostando con verse despachando desde la Casa Blanca, aunque tal vez no en la Oficina Oval.
El pasado 21 de marzo el gobernador de Nuevo México sorprendió a la clase política estadounidense al anunciar su apoyo a la campaña presidencial del senador Barack Obama. Por meses tanto la campaña de la senadora Clinton como la de Obama habían estado tratando de conseguir el respaldo de Richardson, ya que éste es una figura respetada en el Partido Demócrata y un activo fundamental para cortejar al votante hispano en la elección de noviembre.
La mayoría de los analistas políticos daba por hecho el que Richardson respaldaría a Hillary Clinton, debido a la cercanía de aquél con la senadora y su marido. Después de todo, la carrera política de Richardson despegó en los años noventa gracias al apoyo del entonces presidente Bill Clinton, quien lo nombró representante de Estados Unidos en la ONU y después le ofreció un puesto en su Gabinete como su secretario de Energía.
Por ello, el sorprendente respaldo de Richardson a Obama provocó un terremoto. James Carville, estratega político ligado a los Clinton y analista en varios medios impresos y electrónicos, no dudó en llamar “Judas” a Richardson por su traición al matrimonio que forjó su carrera política. Al respaldar a Obama, Richardson dijo: “Ha llegado el momento para que una nueva generación de liderazgo político lleve a Estados Unidos hacia adelante”.
¿Por qué Richardson optó por Obama en lugar de por Clinton? Por meses se había especulado la posibilidad de que Richardson fuera la elección de Clinton para vicepresidente. Sin embargo, dos hechos empezaron a eliminar tal posibilidad.
Por un lado, el relativamente fácil ascenso del senador John McCain, un héroe condecorado y veterano de la guerra de Vietnam, a la candidatura republicana obliga tanto a Obama como a Clinton a pensar dos veces en su elección para vicepresidente. Si Clinton gana la nominación demócrata, el tener a un diplomático y gobernador como compañero de fórmula no le sería tan fundamental como el seleccionar a alguien como Wesley Clark, un popular general retirado que buscó la candidatura presidencial en 2004. En otras palabras, si Hillary se convierte en la candidata presidencial de su partido, necesitará a un general para combatir al general McCain.
Por el otro lado, Richardon perdió atractivo electoral para Hillary debido a su exitoso desempeño con los votantes hispanos en las elecciones primarias de Florida, California, Texas, Arizona y demás. La carta fuerte de Richardson para ser el compañero de fórmula de Hillary en noviembre era su magnetismo con los hispanos, pero las elecciones primarias han demostrado que Clinton no lo necesita. Sin embargo, Barack Obama, aún con todo y el video de los mariachis por Obama y el apoyo de estrellas como Kate del Castillo, no ha conectado con los hispanos. En las primarias pasadas Clinton ha obtenido el doble de votos con este sector que Obama y por ello para Obama es fundamental el apoyo de alguien como Richardson para la elección de noviembre.
Sin embargo, cada vez se habla más de la posibilidad de que Obama y Clinton compartan la fórmula demócrata o de que si gana Obama escoja a alguna otra mujer como su vicepresidenta. Si esto sucede, a lo más que podría aspirar Richardson es a ser secretario de Estado y tal vez Carville tendría razón en llamar Judas al mexico-americano…
Politólogo e Internacionalista
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