José Armando y Sergio disfrutando hasta el último minuto de sus vacaciones.
La “pica” de fútbol hasta el anochecer, pasear en bicicleta por toda la ciudad y despertar hasta que la espalda no pudiera más, terminó para los miles de pequeños que regresan a clases el día de hoy.
Las vacaciones se acabaron. Aunque disfrutaron de poco más de dos semanas de descanso, no fueron suficientes, aseguran los estudiantes.
Tal es el caso de Sergio Flores y sus amigos José Armando, Leonardo, Juan Manuel y David, quienes disfrutaron hasta el último minuto de sus vacaciones de Semana Santa. Viven sobre las faldas del Cerro de la Pila en la colonia Francisco Zarco, cuyas calles, durante la temporada vacacional, se convierten en verdaderas canchas de futbol, y los pequeños, en las estrellas del juego.
“No fueron suficientes (las vacaciones) porque nos faltó más tiempo para seguir jugando al ‘fut’ con los cuates”, dice emocionado Sergio Flores, montado en su bicicleta y rodeado por sus amigos y vecinos.
Para Sergio y su grupo de amigos, durante este período de descanso el día iniciaba cuando el dolor de espalda los hacía levantar de la cama, el cual aparecía entre las 9:30 ó 10 de la mañana. “Es que nos acostábamos muy noche por andar jugando, ya sea con la pelota o en las bicicletas”, dice José Armando.
Ahora que esos días terminaron, sus partidos y recorridos por la ciudad deberán esperar hasta el anochecer, pues algunos estudian por las mañanas y otros por las tardes, “y pues sólo nos da tiempo de hacerlo en la noche, pero un ratito porque también tenemos que hacer la tarea”, comenta Leonardo, miembro del grupo.
Para iniciar con “el pie derecho” las clases, Sergio y sus amigos se comprometieron a sacar mejores calificaciones, “sobre todo en Matemáticas y Geografía”, dice Sergio, “aunque no andamos tan mal, queremos mejorar”.
Pero no sólo los menores sufren por su regreso a clases, sino también sus padres. Como fue el caso de Fernando Castañeda, quien dice: “es que te acostumbras a tenerlos en casa... aunque estaban de vacaciones, sí ayudaban con las labores del hogar”. Aunque triste, Fernando comenta que dicha tristeza vale la pena, “pues se trata de su futuro”.