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Legados Inútiles

A la ciudadanía

Magdalena Briones Navarro

De las pérdidas de hábitats naturales que a nivel mundial mayor atención y más fuertes protestas han levantado son los bosques, los humedales, los arrecifes de coral y el agua dulce y oceánica. La mitad de los bosques se ha perdido, esas tierras se han destinado a otros usos: sembradíos, carreteras, ciudades, o simplemente talados para el aprovechamiento de madera, sin ser repoblados. Lo peor es que tales prácticas, al parecer, siguen adelante.

Los bosques, ya lo he expresado varias veces, son fuente de vida en todos los sentidos. Con su extinción, muchas especies van desapareciendo, además retienen suelos y agua que luego se infiltra para formar corrientes subterráneas cuyas aguas, sobre todo en los meses menos calurosos, recargan los acuíferos en terrenos bajos y porosos. Los flujos superficiales hacen su parte, enriqueciendo todo a su paso. Además, guardan enormes cantidades de carbono evitando que éste contamine la atmósfera; exhalan oxígeno, proveen madera, etc. “La erosión provocada por el agua y el viento está arrastrando los suelos de las tierras de cultivo a un ritmo entre diez y cuarenta veces superior a la formación del suelo, y entre 500 y 10,000 veces superior al de las superficies forestales”. (Colapso Pared Diamond).

Los humedales de tierra adentro o las marismas permiten ingentes cantidades de vida acuática y aérea; como es el caso de los manglares que además filtran tóxicos del agua. Éstos están siendo destruidos para instalar hoteles. Los arrecifes de coral son riquísimos en especies marinas y atajan la fuerza del mar contra los continentes; más de la tercera parte ha desaparecido, privando de albergue a toda la fauna marina que cobijan, con agravio increíble a peces mayores, que por mal manejo de pesca, van mermando el equilibrio total. Su desaparición invita a la proliferación de algas marinas, que estorban la producción de aquéllos e impiden su función.

Un tercio de la población mundial depende del mar para su alimentación. La mayoría de las más valiosas pesquerías va en declive acelerado.

Es necesario recordar la cadena perfecta de alimentación que hace posible la vida en el planeta. Los suelos contienen microorganismos descomponedores de materia orgánica e inorgánica depositada en aquéllos y luego disponibles para otros animales y para las plantas: éstas a su vez transforman la energía lumínica en almidones y azúcares con los que se alimentan lombrices, insectos y vertebrados; unas con el trabajo de otros escavadores aflojan el suelo haciéndolo poroso, permeable, permitiendo la infiltración de agua y su retención. Muchísimos insectos –también los murciélagos– son excelentes polinizadores, lo mismo lo son el viento, y el arrastre de semillas por las corrientes de agua. Compleja y cíclicamente se reproduce toda la vida.

Ya hasta la televisión denuncia el saqueo de los bosques húmedos. Camiones enteros cargados de madera robada que los lugareños no pueden impedir pues los taladores van superarmadas. Las autoridades no intervienen. Tampoco aquí, en La Laguna, a pesar del tiempo transcurrido y el costo social implicado no se han puesto los medidores para el agua extraída del subsuelo, sin importar los decretos presidenciales que lo han ordenado, ni la sobreexplotación del acuífero.

Hace aproximadamente veinte días vino a la UIA un conferencista doctorado por la UNAM, experto en los problemas que aquí están ocurriendo; su discurso extractado fue: Desde tiempo inmemorial los ríos fluyeron expulsando sales, minerales y demás compuestos fuera de la zona que luego fue productora; los acuíferos estaban colmados. Se construyeron las presas, los flujos fueron detenidos, los volúmenes subterráneos menos resurtidos y sobreexplotados no ofrecieron más resistencia a las grandes cantidades de desechos expulsados. Como al norte, en los valles de Acatita y Las Delicias hay escurrimientos, éstos tienden a regresar tales desechos ocupando los vacíos resultantes de la falta de agua que continuamente llegaba. Según las fotos que el doctor Marcos Adrián Guerrero mostró, ya hay derrames invasores cercanos a las ciudades. Se le preguntó si dejar correr los ríos serviría para evitar un colapso. Entendí que tal era menos malo que seguirlos conteniendo. Al preguntarle qué opinaba de los programas existentes para construir nuevas presas, quedó pasmado.

Sigo insistiendo que mientras no haya estudios de cuencas enteras, no es posible producir planes de manejo acordes con la realidad. Ni se cuidan los bosques de las sierras altas, fuente de toda el agua necesaria en la Comarca, ni se cuidan los cauces. Se desertizan los suelos cada vez a mayor altura de los cauces y a mayor velocidad.

Padres y madres desean asegurar el futuro de sus hijos. Por tanto, hay una tendencia a guardar bienes o dinero que les legarán para que nada les falte. Pero si esta previsora generación no tiene en mente preservar el Planeta, de nada servirán tales esfuerzos y buenos deseos.

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