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Legalizaciones

Cecilia Lavalle

Propongo legalizar la trata de mujeres, la pederastia, la pornografía infantil, el abuso sexual contra menores, ¡ah!, y la prostitución, se me olvidaba la prostitución. ¿Por qué? Porque así les desbaratamos el negocio a unos cuantos.

He de confesar que esta ideota no se me ocurrió solita, me inspiró (honor a quien honor merece) Víctor Hugo Círigo, legislador por el Partido de la Revolución Democrática en el DF.

El pragmático legislador presentó una iniciativa para reformar la Ley General de Salud y despenalizar en todo el país la siembra, cultivo, consumo y distribución de marihuana.

¿El objetivo? ¡Desbaratar el negocio! Así lo dijo: “Queremos establecer una política pública desde el Estado que, en lugar de enfrentar con balas a los narcotraficantes, desarme de una vez por todas su negocio al hacer lícito el consumo y comercio de la marihuana” (Reforma, octubre 16).

El también presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del DF, señaló que en un resolutivo del Congreso de su partido, se aprobó por unanimidad impulsar la despenalización de la marihuana como una medida para combatir la impunidad en el país.

Y fue entonces cuando pensé, ¡qué ideota!, y si de una vez les desbaratamos el negocio a los tratantes de mujeres, a los explotadores sexuales infantiles, a los proxenetas.

Porque, mire usted, eso también es un negociazo.

Según los cálculos del diputado Círigo, en 2007 el narco mexicano ganó alrededor de 14 mil millones de pesos, de los cuales 8 mil millones habrían sido producto de la comercialización de marihuana.

Yo no sé cuánto ganan en México los delincuentes que se dedican a la trata de personas o a la explotación sexual infantil, pero se calcula que en el mundo sólo la prostitución de menores y la pornografía infantil generan unos 6 mil millones de euros anuales (multiplíquelo modestamente por 16).

Además, algunos analistas sostienen que desde hace mucho el crimen organizado ha diversificado sus actividades. De manera que lo mismo comercian con drogas, con personas o con armas; así que si un negocio está a la baja, las ganancias en el otro les permiten mantener el equilibrio en sus finanzas; como en la bolsa de valores, supongo, pero con menos riesgos.

Por eso insisto, por qué no legalizamos todos sus negocios ilegales y así les provocamos una debacle.

Claro que el combate a la trata de mujeres y la explotación sexual infantil no está costando ni tanto dinero ni tantas vidas humanas, porque en realidad se trata de mujeres, niñas y niños, seres que a pocos les importamos gran cosa; pero, digo, si de fastidiarles el negocio a los delincuentes y combatir la impunidad se trata, ¡pues de una vez vamos por todo!

Oiga, se me está ocurriendo, ¡¿y porqué no de una vez legalizamos la corrupción y la impunidad?! que, en el fondo, son los cimientos de todos esos delitos, ¿o no?

Abrazos.- Carmen Aristegui recibió el pasado jueves el premio María Moors Cabot, que otorga la Universidad de Columbia, uno de los más prestigiosos reconocimientos internacionales dentro del periodismo. Su impecable trabajo dentro de los medios, pero especialmente la ética con la que ha ejercido su labor hacen que Carmen sea merecedora de este premio, aunque ella ya goza de la más alta distinción para una periodista, que es, claro, la credibilidad. Vaya un abrazo con admiración desde aquí.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com

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