Canta, actúa y cuenta cuentos... es un artista en toda la expresión de la palabra. (El Universal)
Es hijo del fallecido locutor Mario Iván Martínez y de la actriz Margarita Isabel. Estudió música y teatro en Inglaterra, confesó a Angelina Jolie en el Desierto de los Leones, canta música antigua, cuenta cuentos y se da tiempo para participar en telenovelas.
- ¿A ti te pela los dientes la muerte?
La festividad de Día de Muertos es mi favorita. Yo pongo un pequeño altar en la sala con las fotos de mis antepasados. Todo noviembre presentaré en el Polyforum “Flor sin raíz”, que es la historia de una planta de cempasúchitl. Ya llevo cuatro años consecutivos presentándome los domingos al mediodía en ese teatro.
- ¿Cuál ha sido la ocasión en que estuviste más cerca de irte con la Catrina?
A los nueve años. Iba en un coche rumbo a un ensayo de “Pedro y el lobo” y chocó el automóvil, fue terrible. Lo peor de todo fue, semanas más tarde, ver a otro niño haciendo mi papel, con mi vestuario y mi voz, porque yo había grabado toda la obra y se trabajaba con playback.
- ¿En quién reencarnarías, en Shakespeare o Mozart?
Tal vez Shakespeare, porque el final de Mozart fue paupérrimo. Él decía: “Yo soy un hombre vulgar, pero mi música no”. Tuvo una vida disoluta, tomaba mucho.
- ¿Nunca te ha tocado el alcoholímetro durante una noche de epifanía?
La única vez que me emborraché fue a los 16 años de edad. Estaba en una fiesta y las cubas las hicieron revolviendo todas las botellas que llevaban los invitados. Tuvieron que llevarme a mi casa, donde, obviamente, me vomité y tuve que limpiar la alfombra.
- ¿Alguna vez has tenido celos marca Otelo?
No, solamente celillos insignificantes. Siempre he tratado de basar mis relaciones en la confianza.
- ¿Algo está podrido en la Reforma Energética?
Yo sí creo que se debe puntualizar la imposibilidad de que empresas privadas saquen provecho de manera ilegal.
- ¿A quién elegirías de la polaca para interpretar “Las alegres comadres de Windsor?”
No sé, pero Falstaff podría ser el ministro de Hacienda, por aquello de la corporalidad, aunque no sé qué tan buen comediante pudiera ser.
- ¿Cuándo repones “A la manera de Shakespeare?”
Me encantaría, pero creo que el actor que ahí aparece evolucionó hacia al espectáculo que todavía tengo: Música en la obra y el tiempo de Shakespeare.
- ¿En qué número va tu colección de discos para niños?
Está por salir el 17.
- ¿Qué sientes cuando un niño dice en el teatro que ya se quiere ir?
Es la peor pesadilla de un cuentacuentos. Estás del otro lado si logras atrapar la atención del 80% del público.
- Son la neta los niños, ¿no?
Sí. Una vez, en San Cristóbal, un niño indígena se subió al templete, evadió la vigilancia, se me acercó, me puso en el pecho una bolsa y me dijo: “Toma, cuentacuentos, te traje pan que hace mi pueblo”. Y me abrazó.
- ¿Te has soñado como roquero?
No, pero una vez, en una Navidad, mi mamá propuso que nos disfrazáramos de lo que no somos, y yo me caractericé como integrante de Queen.
- No te mueres por ver a Madonna, ¿o sí?
No.
- ¿Qué tal Angelina Jolie en Pecado Original?
Recuerdo que, al terminar la escena donde yo la confieso, en una celda del convento del Desierto de los Leones, ella dijo elogiando mi participación: “¿Y por qué no cambiamos el guión y me quedo con el padrecito?”.
- Tienes un pequeño papel en Mañana es Para Siempre. ¿Cómo ves a Silvia Navarro?
Muy bien. Se ve que ha trabajado mucho su papel.
- Actúas, cantas y hablas bien inglés. ¿Por qué no haces más cine en Hollywood?
Mi inglés no es el de Estados Unidos y soy un mexicano que no lo parece. Aquí he hecho una buena miscelánea de extranjeros: desde Maximiliano hasta John Brown en Como Agua para Chocolate.
“Acabo de hacer a un alemán en una serie muy interesante de Eugenio Derbez, que sale al aire en marzo próximo. Está basada en la serie de Esposas Desesperadas y las historias se ven a través de los ojos de las trabajadoras domésticas”.