Algunas vías de acceso a las ciudades que conforman la Comarca Lagunera, tienen que ser vigiladas por los soldados.
Aseguran que los habitantes de la Comarca temen salir de sus casas durante la noche por los hechos violentos que se han suscitado en los últimos días, donde ha habido varias balaceras.
Durango. “Lerdo ya es una tierra de guerra, parece que estamos en un país diferente”, mencionó el diputado local Fernando Ulises Adame al ser cuestionado sobre el sentir de los habitantes de ese municipio y de la Comarca Lagunera en general, tras los hechos de sangre que se han registrado en los últimos días con balaceras en plena luz del día y en la zona conurbana ante la mirada de terror de los testigos presenciales.
Miedo y avisos. “Yo en lo personal tengo miedo y mi familia también está temerosa, a las 9:00 de la noche la gente ya está adentro de su casa. Los videoclubes están llenos porque las personas prefieren rentar películas y quedarse en sus casas encerradas para no salir”. Ulises Adame aseguró que no hay vigilancia en las calles y que no se ve la presencia del Ejército ni de la policía, “el Gobierno no está preparado para combatir esta situación”.
Un aspecto que destacó fue el hecho de que antes de que se registre algún hecho violento comienzan a circular mensajes por Internet advirtiendo que va a pasar algo “y pasa, esto extraña mucho. Quien los mande no lo hace con mala intención, pero no se sabe quién es”.
Sangriento antecedente. Según el recuento realizado por El Siglo de Durango, en la primera mitad del año se registraron 13 muertes violentas en el municipio de Lerdo y otras 12 fueron en Gómez Palacio, entre las que se cuentan las personas asesinadas. El caso más reciente se remonta apenas a la noche del jueves cuando la Comarca Lagunera se convirtió en una verdadera zona de guerra luego de un tiroteo entre dos bandas de la delincuencia organizada que se escenificó en la colonia San Isidro, ubicada a un par de cuadras de la presidencia municipal de Lerdo; el informe oficial indica que se emplearon armas de grueso calibre y granadas de fragmentación, al final los delincuentes recogieron a sus muertos y heridos para llevárselos, solamente hubo uno que abandonaron en una clínica de la Cruz Roja donde murió minutos después mientras era atendido de una herida de bala en la cabeza.
Juan Manuel Cárdenas
El Siglo de Durango
