El problema del desabasto de agua afecta a todos los habitantes del sector por igual, comerciantes o vecinos.
Critican vecinos de La Alianza que usen dinero para un museo tan costoso, en lugar de solucionar el desabasto.
Para muchos vecinos del sector Alianza vivir sin agua o con un escaso “hilo” del vital líquido abasteciendo botes, tinacos y vasijas grandes, es algo tan cotidiano como que cada mes les llegue una puntual factura cobrándoles una tarifa igual a la que pagaban hace dos meses, cuando el servicio era abastecido de manera normal, con algunas pequeñas deficiencias, pero de manera normal, como lo manifiestan algunos habitantes cansados de pedir soluciones al problema.
Para don Mario Ortiz, propietario de un taller de mecánica eléctrica para automóviles, desde la avenida del río Nazas, se volvió costumbre cargar tinas con agua de un lado para el otro, ya que de alguna manera tiene que continuar abriendo su negocio y el líquido es fundamental para el aseo personal de quienes ahí laboran, al igual que para lavar las herramientas y piezas que repara.
“Hoy (ayer) van a inaugurar el Museo del Algodón, en lugar de haber invertido en la mejora del sector y la solución al problema del agua”, manifestó el locatario del sector Alianza.
Y es que el problema del agua afecta a todos los habitantes del sector por igual, comerciantes o vecinos, todos hablan el mismo lenguaje cuando de agua se trata, facturas igual de costosas, falta del servicio o muy escaso en donde llega, ausencia de pipas que abastezcan algunas partes del sector y un silencio total por parte de las autoridades, a quienes cuestionan por la falta de solución al problema que según comentan inició con la avenida del Nazas.
Irma Leticia comenta que una de las mayores inconformidades de los vecinos es que la factura del agua sigue llegando con el mismo valor de cuando el servicio era abastecido. A dos cuadras de su inmueble un grifo que se encuentra en la banqueta de la avenida Matamoros entre 5 de Mayo y 1 de Mayo, le ofrece una posibilidad a cientos de habitantes de colonias como la Cerro de la Cruz, que bajan a llenar de agua sus recipientes, entre bolsas de basura apiladas, vagabundos y perros que beben del charco que se forma a un lado de la llave pública.
María de Jesús Ávila a sus 74 años, se tiene que levantar a las 5 de la mañana para poder lavar algo de ropa, batalla para bañarse y con una pierna lastimada le cuesta mucho trabajo cargar agua todo el día. Sobre la calzada 20 de Noviembre de la colonia Cerro de la Cruz, un paisaje de tinacos negros sobre las banquetas de la calle es el común denominador urbano. Por 550 pesos les llegó el recibo a los propietarios de una pequeña tortillería, del Cerro de la Cruz, que no se explican qué agua gastaron si precisamente agua es lo que no hay.
Para los vecinos del sector Alianza, Cerro de la Cruz, la inconformidad se incrementa en el marco de la inauguración del Museo del Algodón, un proyecto que no ven con buenos ojos debido a que ellos manifiestan tener problemas de primera necesidad, como el agua, el drenaje, la inseguridad y la basura, por lo que no comprenden la alta inversión en un sector desprotegido y necesitado.
“En vez de un museo deberían haber arreglado la tubería o haber hecho un pozo. El problema de la inseguridad y la falta de servicios públicos va a convertir el museo en un ‘elefante blanco’”, comentó Ismael, vecino del museo al que según dice también ve ingresar pipas llevando agua, mientras abre un grifo de su casa sin que el vital líquido dé muestras de existir por el sector.
