La legalización de la venta y consumo de marihuana propuesta por el Partido de la Revolución Democrática ante el Senado de la República, revela el empeño de este partido por hacer propuestas de soluciones demagógicas que enturbian la vida pública y enfrentan a la sociedad, ya que el perredismo actúa lo mismo como partido o fuerza desestabilizadora a conveniencia.
En un escenario en el que se hacen grandes esfuerzos por disminuir el consumo de tabaco mediante la expedición de leyes prohibitivas, la legalización de la marihuana resulta del todo incongruente, considerando que la adicción a dicho enervante es sin comparación más nociva que la del tabaco, tanto por los daños que la marihuana por sí sola ocasiona a la salud física y mental de quienes la consumen, como en función de que es puerta de acceso a la otras drogas aún más perniciosas como la heroína y la cocaína.
Existen otras leyes contra natura como la que despenaliza el aborto que sacó adelante el mismo PRD en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, mediante la cual el sistema de salud del Estado se pone al servicio de la supresión de la vida del feto humano. Otro tanto puede decirse de la Ley que permite el matrimonio entre personas de un mismo sexo, sin reparar en que la regulación legal del matrimonio entre hombre y mujer deriva de la necesidad de proteger los derechos alimentarios (casa, comida, vestido, educación) y patrimoniales de la familia.
Al no existir la posibilidad de que una unión homosexual engendre hijos por limitaciones de índole natural, el matrimonio como tal entre sujetos del mismo sexo no tiene sentido, porque dos personas que deseen regular legalmente sus intereses patrimoniales o de convivencia, lo puede hacer mediante instrumentos jurídicos que existen desde hace siglos, como el contrato de sociedad, la copropiedad, el testamento, el contrato de seguro, etcétera.
En todos estos temas legislativos la situación es semejante. Existe un problema social y de acuerdo a los estilos de vida imperantes, se ofrece una puerta falsa y evasiva sin medir consecuencias. La legalización del consumo de drogas lejos de resolver el problema de salud pública que entraña lo agrava, sin embargo, el PRD decide abanderar la causa para sembrar el desaliento en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. En cuanto a la despenalización del aborto, implica conceder impunidad a una de tantas formas de homicidio.
En el caso de la homosexualidad se trata de un enigma irresuelto por la ciencia, en el que por condición, tendencia o simple afición, el sujeto se entrega a relaciones eróticas con personas de su mismo sexo. La regulación del matrimonio se justifica en función de la prole, por lo que la falta de un marco legal para las relaciones homosexuales se explica en virtud de la naturaleza misma de las cosas y nada tiene que ver con propósitos discriminatorios ni vulnera la libertad a la que todos tenemos derecho.
En efecto, la sexualidad es una cuestión íntima de la persona y los promotores de la presunta reivindicación de los derechos civiles de los homosexuales no han hecho sino convertir el tema en motivo de conflicto social, sin otro resultado que el de sembrar cizaña en un campo en el que el respeto y el recato deben prevalecer.
Por ello no es raro que en forma simultánea al proceso de elección presidencial que tuvo lugar en los Estados Unidos de Norteamérica la semana pasada, los ciudadanos de los Estados de California y Florida hayan rechazado las leyes que regulaban el llamado matrimonio gay. Es congruente que en ambos casos las mismas comunidades que eligieron por primera vez como presidente a un hombre de raza negra hayan privado de todo efecto legal al matrimonio homosexual, porque el rechazo y consecuente abrogación de este último está basado en un elemental sentido común y nada tiene qué ver con prejuicios discriminatorios.
En California y Florida fue superado el afán irreflexivo de este tipo de novedades populistas; en ambos casos se trata de sociedades abiertas libres de sospecha en cuanto a su nivel de tolerancia frente a la homosexualidad, a la que según el resultado de la votación, respetan como una situación íntima y de hecho, de la que no tienen por qué derivar consecuencias jurídico normativas.
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