“Es cierto que fumar es una debilidad moral, pero debemos precavernos del hombre sin debilidades morales”.
Lin Yutang
Este viernes pasado fui al Habana Village, un centro de música cubana y salsa en la zona de Adams Morgan de la ciudad de Washington. Hace años que no iba a este lugar, el cual puede ser descrito como el Mama Rumba de la capital estadounidense.
Después de un rato de estar ahí me di cuenta de que había algo nuevo y sorprendente en el ambiente. El Habana Village siempre había sido un lugar en que el humo del tabaco ahogaba a los parroquianos después de algunos minutos. Sólo había que respirar para fumar varias cajetillas de cigarros.
Pero este viernes 15 de febrero no había absolutamente nada de humo en el ambiente. De conformidad con los reglamentos que se aplican en la ciudad de Washington, y que se han convertido en la regla en muchas ciudades de Estados Unidos, Canadá y Europa occidental, ya no se puede fumar en el Habana Village. De hecho, esto no se puede hacer en ningún restaurante, bar o centro nocturno de Washington.
En México se ha planteado una legislación bastante más suave que la que se aplica de forma creciente en las ciudades del mundo desarrollado. No se prohibiría fumar en lugares cerrados, como en Norteamérica o Europa occidental, sino que se obligaría a los restaurantes y centros nocturnos a tener lugares físicamente separados para los fumadores. La idea sería impedir realmente que los no fumadores tuvieran que estar sometidos al humo.
Yo no soy fumador. El humo del tabaco me molesta como a la mayoría de los que no fumamos. Sin embargo, siempre he estado en desacuerdo con las prácticas de algunos grupos de no fumadores que buscan no proteger los derechos de quienes no fuman sino llevar a cabo una especie de linchamiento de los fumadores.
Pienso que cada quien tiene derecho a introducir las sustancias que quiera en sus pulmones o en sus cuerpos. La campaña que hemos visto en el mundo en contra del tabaco ha adquirido en algunos casos visos de una verdadera persecución.
Pero así como los fumadores tienen derecho a introducir en sus cuerpos todas las sustancias extrañas que quieran, los no fumadores tenemos también derecho a respirar un aire razonablemente libre de humo. Los efluvios del tabaco no sólo son desagradables sino que se ha demostrado que son dañinos para la salud. A pesar de que esto lo sabemos desde hace décadas, los derechos de los no fumadores simplemente no han sido respetados. Los restaurantes, por ejemplo, tenían la obligación de tener zonas para no fumadores, pero siempre en condiciones que hacían que los no fumadores, además de ser relegados a los peores lugares, tuvieran que seguir siendo sometidos al aire contaminado de los fumadores.
Me parece razonable la iniciativa que obliga a los restaurantes, bares, centros nocturnos, tiendas, cafeterías y en general a todos los locales cerrados a prohibir fumar a menos de que haya una división física que proteja a los no fumadores. De hecho, las autoridades podrían ser mucho más estrictas y prohibir fumar en cualquier local cerrado. Aun si hay áreas segregadas, después de todo, los trabajadores seguirán siendo sometidos al humo secundario que ha demostrado ser tan dañino o más que el que se fuma directamente.
En las ciudades de Norteamérica y Europa en que se han establecido leyes más restrictivas para proteger a los no fumadores no se ha reducido la afluencia de clientes a los restaurantes, bares o centros de entretenimiento. Algo que han olvidado los dueños de estos lugares es que la mayor parte de la gente no fuma. Durante décadas los dueños y operadores han estado favoreciendo a un grupo pequeño entre sus clientes, pero sacrificando el bienestar de la mayoría.
Se ha planteado la posibilidad de que los restaurantes, bares y centros nocturnos puedan seguir permitiendo fumar en su interior siempre y cuando tengan anuncios que adviertan que hay humo en esos establecimientos. Esto resuelve el problema de los clientes que acepten someterse a estas condiciones, pero no el de los trabajadores. De hecho, si los dueños de estos establecimientos tuvieran que pagar realmente los costos médicos de los trabajadores que adquieren enfermedades relacionadas con el tabaco no estarían tan decididos a mantenerlos trabajando en medio del humo del cigarro.
Lo que señala la experiencia en los centros de entretenimiento de otras ciudades del mundo en las cuales se ha prohibido fumar es que no es necesario estar en medio de una nube de humo tóxica para pasarla bien. El Habana Village de la ciudad de Washington no ha perdido nada de su encanto ni de su efervescencia por no estar lleno de humo. De hecho, yo debo reconocer que después de un rato de estar ahí me di cuenta de lo maravilloso que es disfrutar de un centro de música y baile sin ser sometido a los abusos de los fumadores.
No me interesa perseguir a los fumadores. Pero creo que sí hay buenas razones para impedir que quienes tienen este hábito no fumen encima a los demás.
FALTA DE AHORRO
La Reserva Federal de los Estados Unidos ha reducido las tasas de interés de los fondos federales a 3.5 por ciento. Pero la inflación anual en ese país ha llegado al 4.3 por ciento. En otras palabras, las tasas de interés son ya negativas en nuestro vecino del norte. Eso significa que la falta de ahorro, que es la razón de fondo de la actual crisis financiera del país, seguirá agravándose.