A varios jóvenes les he planteado la pregunta de a quién o a quiénes consideran que es líder o ha sido líder. Por lo general, suelen tener en mente ejemplos como Cristo, Ghandi, o la madre Teresa, como los grandes líderes de la humanidad. Líderes que en su momento influenciaron la vida de sus seguidores y que todavía hasta el día de hoy siguen inspirando almas y mentes. Algunos jóvenes más informados hablan de líderes que han sido dirigentes en sus países. Ejemplos como Winston Churchill en Inglaterra o Lázaro Cárdenas en México o John Kennedy para los norteamericanos, quienes en su tiempo fueron luchadores sociales en pos de ideales que enriquecieran la vida de sus gobernados.
Casi nunca tienen a la mano nombres o ejemplos de líderes civiles, de los del día a día, del líder que se hace en la lucha diaria. De los héroes anónimos. Del líder de la colonia que se preocupa por los problemas comunes, la limpieza, el suministro de agua, la seguridad para sus niños. Tampoco piensan en líderes estudiantiles, jóvenes con ideales, que además de ser buenos estudiantes traen el gusanito de hacer algo por sus compañeros, que permita mejorar sus condiciones de vida. Muy atrás han quedado las luchas estudiantiles de los años sesenta, los jóvenes de hoy no lo tienen presente. Tampoco se acuerdan de los líderes de sindicatos. Esos que sienten con su gente, que saben de los problemas de sus seguidores, entienden la relevancia de lo que está pasando con ellos.
Más aún suelen hablar de esos líderes en sentido negativo. Los que se aprovechan de su condición, que ven sólo por sus intereses, de esos que en México abundan y han abundado. Entonces mencionan a Napoleón Gómez Urrutia, ex líder de los mineros, o a la maestra Elba Esther Gordillo, de los profesores, o a Romero Deshamps de los petroleros, a quienes se les reconoce o por que se han perpetuado en su puesto o por que se han aprovechado de él para su propio beneficio.
Por otro lado, están las cabezas de los partidos políticos y resulta que lo que vemos es divisionismo, envidias y pleitos porque entre ellos no se escuchan, no toman en cuenta la diversidad de opiniones, no aceptan divergencias, no saben trabajar en equipo. Y lo más grave no ven por el futuro de sus agremiados. Un caso reciente es el de los dos ex candidatos a la dirigencia nacional del PRD, cada uno amachado por su causa.
Todo esto para decir que hacen falta verdaderos líderes, aunque sea una frase trillada y un lugar común. Sin embargo, cuánta razón hay en esta aseveración. Los líderes se forman desde la educación en casa y en la escuela. Con el ejemplo de padres y maestros íntegros, comprometidos con la vida ciudadana, cumpliendo sus obligaciones ciudadanas y preocupándose por los problemas comunes. Si enseñamos a los niños a ser honestos, y responsables, colaboradores y leales, estaremos en camino de formar líderes que en su vida adulta van a ser personas que busquen resolver los problemas de su comunidad.
Un líder civil es aquella persona de carácter armónico e integral, que emerge desde su participación en la vida ciudadana, que conecta con su gente, poniendo en el centro las angustias y preocupaciones de sus seguidores y haciendo a éstos problemas relevantes. Es el que conoce qué es lo más importantes en la comunidad y cómo servir a esa causa.
El líder aprende a encauzar las responsabilidades de la gente, está dispuesto a aprender y admitir sus errores, es visionario y busca distribuir el liderazgo en toda la organización.
Los líderes no se hacen porque aparecen en los medios de comunicación todo el tiempo. A Barak Obama y a Hillary Clinton candidatos al Gobierno del país vecino los hemos visto, en los últimos meses, en la televisión hasta en el cansancio. Y la verdad una termina por no saber si serán como la televisión los proyecta.
Revistas como el Times suelen hacer listas de los cien líderes más influyentes del año. En esta última lista han incluido a dos mexicanos: a la golfista y campeona Lorena Ochoa y al rico empresario Carlos Slim. Muchos otros deportistas son vistos por los jóvenes como líderes. Los admiran y los ven como un modelo a seguir. En la mayoría de los casos son los medios los que los inflan y es triste ver que terminan por no cumplir con las expectativas de lo que debería de ser un líder.
Pensemos en nuestra ciudad, en personas que tenemos cerca, de carne y hueso, que se equivocan y admiten consejos, que son visionarias, se preocupan y hacen cabeza para resolver los problemas de la vida diaria. Ellas pueden ser líderes en la comunidad. Aprendamos de ellas y colaboremos con ellas, porque seguramente nuestra vida ciudadana será más llevadera y más justa.
garzara1@prodigy.net.mx