La semana pasada, algunos medios de comunicación comentaron un artículo sobre el Valor del Pudor publicado por el sacerdote católico Sergio Román del Real en el Semanario Desde la Fe, visible en la página de Internet www. siame.com.mx que corresponde al Sistema de Información de la Arquidiócesis de México.
El artículo contiene orientaciones de moral dirigidas a los católicos por un prelado de la Iglesia que entre otras cosas, recomienda a las mujeres evitar el uso de ropa provocativa como preventivo de agresiones sexuales, en una circunstancia en la que la violencia de género y la violencia de todo tipo están a la orden del día.
La recomendación referida es semejante a otra que con mucha insistencia hacen las autoridades civiles, que sugiere evitar la ostentación de joyas costosas para prevenir los asaltos con propósito de robo. En cualesquiera de estos casos, de ninguna manera se justifica al agresor ni se culpa a la víctima potencial y desde luego, ni el recato sexual ni la modestia en la ostentación de riqueza garantizan una defensa infalible frente a una rapaz agresión.
El artículo en comento contiene una pertinente exaltación del Pudor como Valor, que parte de la estimación del ser humano como creado a imagen y semejanza de Dios. La toma de conciencia sobre la dignidad de la persona a la luz de considerar el cuerpo como templo vivo del Espíritu Santo, es base del respeto a la integridad propia y de los demás. Lo anterior sin perjuicio de reconocer que de acuerdo a la misma revelación judeocristiana, el hombre se encuentra en un estado de naturaleza caída que explica la presencia del depredador inmundo que todos llevamos dentro.
El articulista sugiere que en virtud de que la sexualidad humana está rodeada de incentivos sensibles que propician la procreación, ésta debe practicarse en el marco de un sentimiento de amor responsable, que lleva a la unión del hombre y la mujer a formar una familia. En resumen, recomienda a los católicos y en particular a las mujeres no descubrir su intimidad en público ni tener relaciones casuales o promiscuas, sino reservar el cuerpo como algo sagrado para el disfrute del placer sexual con el ser amado.
El mensaje del Padre Román se produce en el marco del Sexto Encuentro Mundial de las Familias que tendrá sede en nuestro país el año próximo, como parte de una pastoral que busca la conversión del hombre desde lo más profundo de su ser, para dignificar a una comunidad que ha dejado de lado los puntos de referencia del bien y la verdad, con el resultado de disolución del tejido social y falta de respeto a la dignidad propia y ajena que estamos viviendo.
No contiene el artículo en cuestión nada que legitime el sesgo con que fue presentado ante la opinión pública por algunos comentaristas, que enfocan con avidez sus ataques en contra de la Iglesia acusándola de justificar la agresión sexual en perjuicio de la mujeres o culpar al respecto a las eventuales víctimas.
Es lamentable que el caso se aproveche para generar una controversia irreflexiva y estéril, a lo que por desgracia son tan proclives algunos de nuestros comunicadores, que en el caso muestran una franca intolerancia y un empeño enfermizo por mantener dividida y enfrentada a la sociedad mexicana.
Lo anterior sea dicho sin dejar de considerar que la pluralidad de opiniones en éste y cualquier otro tema religioso o de cualquiera otra índole, puede dar lugar a pública discusión como corresponde en una sociedad abierta, sin embargo, si lo que realmente se quiere es fomentar el intercambio de ideas con el propósito de enriquecer el conocimiento de quienes debaten y del público espectador, es obligado mantener el respeto y la mesura y evitar las posturas extremas e incendiarias.
El artículo que se comenta se publica dentro de ese marco de respeto, y ni siquiera emite anatemas, condenas o prohibiciones, sino simples recomendaciones, que corresponde asumir o ignorar a una feligresía y a una sociedad adultas que como tales, están en libertad de atender o no a esta convocatoria al pudor, al igual que las llamadas a Misa.
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