La ineficaz planeación deportiva del Consejo de Administración del Celta de Vigo, presidido por Manuel Carlos Mouriño Atanes, padre del actual secretario de Gobernación de México, Juan Camilo Mouriño, tienen al conjunto gallego hundido en una profunda crisis financiera.
Diecisiete años ininterrumpidos en la Primera División española y diez en los torneos europeos son historia. Hoy el conjunto del Celta vive la pesadilla de la Segunda División que desencadenó en la bancarrota.
En mayo de 2006, Horacio Gómez, dejaba la presidencia del club vigués, al vender la mayoría de sus acciones al empresario Carlos Mouriño, de entonces 63 años, y a quien además cedía el mando del equipo.
A su salida, ¿dejó usted saneadas las finanzas del equipo?
—El club queda saneado de acuerdo con las condiciones que estaba, jugando en Europa tenía un presupuesto como para hacerlo. Si el club hubiese seguido no estando en Europa, pero si en Primera División jugando con equipos como el Madrid y Barcelona, el aspecto económico hubiera sido viable—, manifestó el ex presidente del Celta de Vigo en una entrevista telefónica.
El primer análisis que hace Horacio Gómez sobre la problemática del club es claro: “En un equipo de futbol el aspecto deportivo es fundamental, entonces no han acertado en la planificación del equipo deportivo”.
“El equipo no ha funcionado y por lo tanto ha descendido de categoría, había unas perspectivas de subir a Primera División y tampoco se ha cumplido, se ha fracasado”.
El Celta de Vigo se apegó a la Ley Concursal; un recurso que ofrece la legislación española para intentar reducir la deuda acumulada, que el pasado 30 de junio de 2007 estaba cifrada en 84 millones de euros, según se dio a conocer.
Los dos grandes acreedores son Hacienda y el banco Caixanova.
Horacio Gómez, antepone el desastre deportivo al financiero. “No hubo presupuesto ni una estructura adecuada para jugar en esta categoría (Segunda División), no reaccionaron a tiempo y consigo traen el desfase económico”.
Once años al frente del conjunto gallego crearon amor por la camiseta: “Duele ahora ver al Celta, que van entre mil personas y cuatro mil personas al estadio”.
Desligado de las decisiones, al ex presidente del cuadro vigués sólo le queda hacer una recomendación para tratar de salvar el barco:“Hay que centrarse más en lo que es el aspecto deportivo, y acertar en las incorporaciones de los jugadores”.