Los creyentes al culto de la Santa Muerte le piden a la figura blanca por los adictos para que dejen el vicio. (El Universal)
Apenas pasada la medianoche, en los primeros momentos del sábado 1 de noviembre inició la fiesta dedicada a la Santa Muerte, La Niña Blanca o La Flaquita, como le dicen sus fieles seguidores.
Unas 300 personas se reunieron en su capilla ubicada en el municipio queretano de Pedro Escobedo, para la celebración de una misa que comenzó a las 11 de la noche del viernes 31 de octubre y concluyó exactamente a las 12 de la noche.
Apenas el sacerdote despedía a la feligresía se escucharon las primeras notas del mariachi que le cantó Las Mañanitas a la efigie de la muerte.
Teodoro Reyes, propietario del lugar, festejó que en esta ocasión hayan concurrido más personas. “Es una fiesta que realizamos desde hace cinco años, porque estamos entregados a La Flaquita; nada nos puede pasar porque ella nos protege”.
Después de Las Mañanitas, una y otra vez se lanzaron vivas y porras a la muerte que fue calificada por el sacerdote oficiante, como un ángel “cuyo trabajo es llevarnos ante Dios cuando morimos”.
El oficiante comentó que “no hay contradicción alguna entre nuestras creencias y nuestra fidelidad a La Niña Blanca; ella no está peleada con los santos. Lo que pasa es que estos dos días son exclusivamente de ella y ya después veremos a nuestra madre, Santa María de Guadalupe y a los demás santos”.
La fiesta se prolongó todo el sábado. Después del mariachi hubo cena compartida; llegaron los tacos sudados, las botellas de tequila y los refrescos. Los fieles bailaron, comieron y bebieron hasta casi las cinco de la mañana, lo que no causó alteraciones en el orden, según reportó la Policía Municipal.
Teodoro Reyes llamó a sus seguidores a no avergonzarse de su fe en la muerte, pues “debemos seguir el principio que dice que ‘si lo sabe Dios que lo sepa el mundo’ y de nosotros ya saben en muchos lados”.
Lilia Colmenares viajó de Querétaro a esta localidad para agradecerle a la muerte el que la haya auxiliado en la recuperación de su hermana, que asegura padecía cáncer y ahora se encuentra bien.
Igual sucedió con José Luis Hernández, procedente del municipio de Amealco, quien afirmó que su adicción a las bebidas alcohólicas terminó casi de manera fulminante “desde que vengo a verla, y por eso estoy agradecido con ella”.
