Don Régulo Solís Almaraz está instalado en la habitación 45 del Hotel 5 Estrellas desde el pasado miércoles cuando dejó su vivienda en el ejido Santo Niño.
La habitación 45 del hotel 5 Estrellas es desde hace 3 días la casa de don Régulo Solís Almaraz, habitante del ejido Santo Niño. Él y su familia sí aceptaron el desalojo propuesto por el personal de Protección Civil, ante la posibilidad de que esta comunidad quede inundada si el río Nazas truena el bordo de protección a la altura del ejido Jaboncillo.
Tiene problemas de audición e insuficiencia renal, por eso todas las noches don Régulo debe conectarse a la máquina que le proporcionó el ISSSTE para que diariamente se someta a una diálisis.
En la habitación duerme su esposa Leonor Morales Rayos, de 63 años, su hija que es empleada de la Procuraduría de Justicia del Estado y su nieta. El cuarto tiene clima, televisión, sanitario y un jacuzzi.
Pero a pesar de tener a su disposición estas comodidades que no tiene en su humilde vivienda, don Régulo reniega contra la Comisión Nacional del Agua (Conagua) a quien culpa por la situación de crisis que se vive en este momento en todas las comunidades que están en las márgenes del río Nazas.
“Los de la Conagua tienen la culpa porque no le dan agua a los campesinos, este año no les dieron el agua que estaban pidiendo para el ciclo agrícola, cuando soltaron el agua del río los canaleros no dejaron a la gente regar, hay muchas tierras secas porque les quisieron cobrar 500 pesos por regar”, dice.
“La Conagua siempre quiere tener agua en la presa para lucrar, al campesino le dan agua para un pedacito de tierra y a los pequeños propietarios toda la que quieren, al ejidatario no le dan más porque no tiene dinero”, comenta don Régulo.
Su esposa Leonor también está molesta porque considera que la dependencia federal está poniendo en riesgo a muchas familias. “Siempre quiere tener mucha agua en las presas y a los campesinos les dan muy poca, ahora que les sobra ahí nos la echan, sería mejor que se la traguen toda”.
Don Régulo explica que todas las noches a las 10 debe conectarse a la máquina para su diálisis y a las 7 de la mañana está listo. “La máquina no hace ruido, yo me duermo, pero ya me quisiera ir a mi casa, ojalá que no pase nada grave y podamos regresar a la casa... si es que no la tumba el agua”.
