“Esos locos bajitos que se incorporan /
con los ojos abiertos de par en par”.
Joan Manuel Serrat
Son más, pero son menos. En este 2008 el INEGI calcula que en México viven 31.3 millones de niños y adolescentes hasta los 14 años de edad; en 1990 eran 29.8 millones.
Pero en comparación con el total de la población mexicana, son hoy menos que antes. En 1990 el 39 por ciento de los mexicanos tenía menos de 15 años; hoy es sólo el 29.4 por ciento. Y la tendencia a la baja se mantendrá en el futuro previsible.
Hay una fuerte correlación entre la pobreza y el porcentaje de niños en cada rincón de nuestro país. El Distrito Federal, la entidad más próspera, tiene sólo un 22.5 por ciento de niños. En cambio Chiapas registra una cifra de 34.4 por ciento y Guerrero 33.8 por ciento.
Los padres siguen mostrando en muchos casos incapacidad o falta de interés por cumplir con sus obligaciones más elementales. Alrededor de una cuarta parte de los niños que nacen en México ni siquiera es dado de alta en el Registro Civil en su primer año. Comienzan así la vida sin el documento, el acta de nacimiento, que les dará acceso a servicios de salud y educación y que les permitirá convertirse en ciudadanos con el tiempo.
De cada mil niños que nacen en nuestro país, señala el INEGI, 15.2 no llegan a cumplir el año. Esta tasa es cuatro veces menor a la de 1970 que era de 60 muertes por cada mil nacimientos vivos. La cifra es 10 veces menor a las de los países del mundo con los peores registros de mortalidad infantil, como Afganistán, Sierra Leona, Liberia y Angola. Pero estamos a una distancia que parece inalcanzable frente a las tasas de tres muertes por millar de Singapur, Islandia, Japón y Suecia.
La mitad de los niños que mueren antes de cumplir el año lo hace por afecciones originadas en el período perinatal. Un 22 por ciento fallece por enfermedades congénitas. Un 5.8 por ciento por influenza o neumonía. Un 4.2 por ciento por accidentes, muchos de ellos prevenibles con un poco de cuidado. Las muertes por enfermedades infecciosas intestinales siguen siendo el 3.3 por ciento del total.
Si bien el índice de mortalidad infantil ha bajado mucho en México, aún queda mucho camino por andar. Los porcentajes ocultan la tragedia que muchas familias viven. En el 2006 un total de 30,820 niños murió antes de cumplir un año.
El descuido se convierte en el principal asesino a partir del año de edad. Una cuarta parte de las muertes de niños entre uno y cuatro años en 2006 fue producto de accidentes. Entre los cinco y 14 años la cifra sube a 30.4 por ciento. Y si no es el descuido, es el sadismo: en este último lapso de edades el 16.3 por ciento de los niños muere por una agresión. Y quizá algunas de las muertes por accidente sean también realmente consecuencia de agresiones que nunca se revelan como tales.
Los mexicanos hemos logrado dar servicios de educación a la gran mayoría de nuestros hijos. El 88.7 por ciento de los niños de cinco años en nuestro país está asistiendo a la escuela. La cifra asciende a 97.9 por ciento para los que tienen de seis a 11 años y baja después a 92.9 por ciento para los de 12 a 14 años.
Pero las diferencias entre entidades son dramáticas. Mientras el 99.1 por ciento de los niños de cinco a 14 años en el Distrito Federal asiste a la escuela, sólo el 89.2 por ciento lo hace en Chiapas. Asistir a la escuela no es suficiente, sin embargo, en 2007, advierte el INEGI, dos de cada 100 niños de ocho a 14 años no sabían leer y escribir, mientras que en comunidades rurales de menos de 2,500 habitantes cinco de cada 100 niños no podían hacerlo.
En 2006 el Programa de Prevención al Maltrato Infantil del DIF recibió 36,032 denuncias en el país. De esas denuncias, se comprobaron 22,437. El 29.8 por ciento de los niños atendidos por maltrato había sufrido omisión de cuidados, el 23 por ciento maltrato físico, el 21.4 por ciento maltrato emocional y el 12.8 por ciento negligencia. Un 10.2 por ciento de los niños atendidos por el DIF había sido abandonado mientras que un 3.9 por ciento había sufrido abuso sexual. Un 2.1 por ciento fue víctima de explotación laboral y un 0.2 por ciento de explotación sexual comercial.
Hoy es Día del Niño y vale la pena que festejemos a estos “locos bajitos” que nos dicen hay que domesticar. “Nada ni nadie puede impedir que sufran”, como dice Serrat. Pero cuando menos tenemos obligación de hacer el mejor esfuerzo para cuidarlos hasta que llegue el momento “que crezcan y que un día nos digan adiós”.
INNECESARIOS
La Ciudad de México se ha vuelto un caos por la repavimentación de un Circuito Interior que, según nos dicen quienes lo usaban todos los días, no requería ese trabajo. No es el primer caso en que los gobiernos nos construyen ciclopistas que no necesitamos, pasos deprimidos (como en Constituyentes) que generan más congestionamiento o puentes (como en Torreón) que hay que tirar para volver a construir. Pero así son los políticos: cobran impuestos sin saber para qué necesitan el dinero y luego lo emplean para cosas que no se necesitan, no sea que se los quiten por subejercicio.