La pasada noche del viernes la Camerata de Coahuila bajo la dirección del maestro Ramón Shade realizó su penúltimo concierto de temporada con la participación de César Olguín como solista invitado.
El fenómeno Piazzolla se apoderó del Teatro Nazas con la Camerata de Coahuila
y el bandoneón de César Olguín.
Una combinación perfecta, es como se puede definir la fusión que hubo en el Teatro Nazas la pasada noche del viernes, entre el bandoneón del maestro César Olguín, solista invitado, y la Camerata de Coahuila bajo la dirección del maestro Ramón Shade, en la interpretación de un programa que confirmó por qué el fenómeno Piazzolla continúa vigente, un péndulo que osciló entre el espectáculo visual y la magistral ejecución.
Dos intensas obras de Astor Piazzolla abrieron el concierto que además de pasar a la historia porque de éste se desprende la cuarta producción discográfica de la orquesta lagunera, ha sido uno de los de mayor impacto de la temporada 2008. De la famosa serie del ángel, compuesta en 1962 por “el grande”, como llamó Jorge Luis Borges a Piazzolla, el público vibró con la interpretación de Milonga del Ángel y La Muerte del Ángel, dos piezas en las que el bandoneón de Olguín se fusionó con las cuerdas de la Camerata.
Como dueño del escenario, César Olguín se plantó sobre las tablas del Nazas acompañado del instrumento que durante 25 años ha hecho parte de su vida, de la mano de una de las orquestas más maduras del país y con la que mejor ha hecho clip, como él mismo hace referencia a la Camerata de Coahuila, el tanguero de estampa y compositor de grandes obras, le puso pasión a la noche, de vez en vez lanzaba algún grito de fuerza mientras le sacaba literalmente brillo a su bandoneón, contagiando a los espectadores y a sus compañeros sobre el escenario, de eso que sobra cuando de Piazzolla se trata, pasión.
Entre el tango tradicional y las cadenzas separadas que hicieron lucir al solista, se escuchó una de las obras que ratificaron a Piazzolla como un compositor de grandes salas de concierto, “Aconcagua, concierto para bandoneón y orquesta”, cerró la primera parte de la noche. En la ejecución de esta obra compuesta en 1979, se pasearon todo tipo de emociones, desde la tranquilidad del primer movimiento el Allegro marcato, hasta la gran vitalidad del tercer movimiento, en el que la intensidad sonora le da un cierre perfecto.
El espectáculo visual después del intermedio, llegó no sólo con el ingreso de más músicos sobre el escenario, sino con las obras compuestas por el maestro Olguín, percusiones, arpa y vientos se trasladaron al mundo musical del compositor argentino. Bajo el título de “Tres Piezas”, Tango secreto, Cinco Esquinas y Rió Cuatro 420, que también integran la próxima producción discográfica de la orquesta lagunera, el penúltimo concierto de la temporada se convirtió en una propuesta tanguera al estilo César Olguín.
Obras en las que la participación de toda la orquesta, la intención discreta de las percusiones, que se lucieron en esta presentación, el constante diálogo entre el bandoneón y el piano, interpretado de manera impecable por Mariana Chabukiani, y la magistral ejecución que el solista y compositor realizó, ratifican porque César Olguín es uno de los herederos del legado tanguero de Piazzolla, un músico despojado de pretensiones, que cuando se presenta en La Laguna, tiene la confianza de saberse como en casa.
Para rematar de manera espectacular el invitado de lujo, salió a dedicar al público una pieza más, nada más y nada menos que Libertango, un fenómeno musical transformado en mito a través de la historia de la música contemporánea. Una interpretación que estuvo sencillamente de diez, la Camerata de Coahuila como siempre con un nivel de interpretación impecable y el maestro Olguín se robó la admiración de los laguneros, que al término de la noche le aplaudieron la entrega.
