Logran paso para la creación de vida
Crean científicos el primer genoma artificial de una bacteria.
Crear vida artificial en el laboratorio a partir de elementos inertes siempre ha hecho volar la imaginación de la humanidad. Quienes más posibilidades tienen para convertir la ficción en realidad son las bacterias, y de momento tan sólo las más minúsculas.
Algunos científicos no dudan en dejar volar su imaginación, y se frotan las manos ante las posibilidades comerciales que plantea la posibilidad de crear organismos a la carta que puedan digerir dióxido de carbono, residuos, crear biocombustibles o sustancias para tratar enfermedades. Craig Venter, uno de los padres del genoma, y científico experto en dar el campanazo en los medios, está a un paso de conseguirlo.
Según apareció ayer publicado en la revista Science, el equipo de investigadores del Instituto Craig Venter en Rockville, Estados Unidos, entre los que se encuentra el premio Nobel, Hamilton O. Smith, ha logrado crear a partir de elementos químicos el mayor genoma artificial completo de un ser vivo, el de una bacteria, el Micoplasma genitalium, con 582 mil pares de bases, la bacteria con vida independiente que tiene el genoma más simple.
Para ello, han diseñado un complejo sistema de ingeniería genética con el que han logrado sintetizar pequeños segmentos artificiales de ADN, y luego ensamblarlos y clonarlos utilizando dos contenedores biológicos, la bacteria E. coli y la levadura. Así han conseguido una réplica artificial, a imagen y semejanza del genoma de la bacteria original, aunque los propios investigadores reconocen que los que esperan con impaciencia que la vida artificial sea una realidad todavía no pueden aplaudir porque todavía queda el acto final: “el próximo paso va a ser crear las células vivas de una bacteria viva basada en este cromosoma sintético”.
Para lograr la síntesis del cromosoma y su ensamblaje completo el equipo de Venter creó 101 pequeños fragmentos de ADN sintético, a los que llaman cassetes, con entre 5 mil y 7 mil pares de bases cada uno, y creados sobre la secuencia completa del cromosoma original. Para distinguir la creación sintética introdujeron “marcas de agua” y como medida de seguridad, en esta parte del proceso los investigadores desactivaron uno de los genes de la bacteria, el MG408, implicado en su posible poder infeccioso.
Los bloques sintéticos de ADN son muy frágiles, por lo que para ensamblar este centenar de piezas y lograr el genoma artificial completo ha sido necesario realizar varios ensamblajes, un auténtico trabajo de bricolaje genético.
El genoma sintético todavía debe demostrar que puede tomar las riendas de toda la maquinaria celular de una bacteria viva. Ahí está el gran reto de la vida: lograr que toda la maquinaria del ser vivo funcione, sobreviva y se reproduzca. Además, Federico Morán, catedrático de bioquímica y biología molecular de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que para que Venter pase a la historia como el creador de vida artificial, todavía debe “conseguir algo más que el genoma artificial, ya que tan sólo se trata del libro de instrucciones. Para hablar de vida artificial también será necesario crear también los orgánulos que forman la célula, su información epigenética y otros elementos”.