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Loqueras del fin del mundo..../Hora Cero

Roberto Orozco Melo

Debía ir al Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas y no encontraba un lugar cercano dónde dejar mi vehículo. Para estacionarme hube de conducir hasta la plaza San Francisco y atravesarla a pie para llegar a la esquina de Juárez y Bravo; pero en el Centro de la plaza columbré a mi amigo, el filósofo loquito de ese lugar, muy concentrado en un recorte de periódico. Quise evadirlo y casi lo hago, mas algo soslayó que me gritó con voz desaforada: “Benditos los ojos que lo ven, amigo. ¿Adónde va con el paso de ganso de la soldadesca nazi?...

Ni modo, soy educado y tuve que detenerme, voltear hacia el señor de marras y retroceder unos pasos para saludarlo. ¡Qué gusto verle, señor!.. ¿Cómo andan sus cosas? le dije. Sonrió forzadamente: “Mis cosas no andan, viajan conmigo. ¿Y las suyas?” Me di cuenta de que mi personaje pensó que lo albureaba y tuve que disculparme; pero puse cara de bobo y el filósofo soltó una estentórea carcajada, palmeó mi espalda y celebró nuestro encuentro: “¡Olvídelo! Da más gusto mirarle que oír la picardía que me lanzó!” Entonces pregunté: ¿Pelillos a la mar? “Sí –me dijo— mas no de los suyos pues tiene pocos en la testa”.

Con los dientes rechinantes busqué un tema para cambiar el tema de la charla; pero su voz de sordo ya viajaba en el espacio: “¿Se acuerda que hace años vaticiné que el mundo se acabaría?” Respondí apresurado: Sí, pero no ha sucedido... hasta ahora.

“Soy tardado, pero seguro” se ufanó el dizque filósofo y prosiguió su interrogatorio: “¿Ya vio lo que dice este periódico?” No, contesté, pero me gustaría leer lo que no dice. Él abrió sus ojos con desmesura y gritó: ¡El Sol se va a tragar a la Tierra! Sonreí un poco y reviré con escepticismo: Pero cómo, si el Sol no tiene boca, ni esófago y creo que tampoco apetito... por otra parte la Tierra no es una sandía, un melón o una manzana. ¿Cómo cree que se la va a tragar?..

“No vuelva a interrumpirme, volteriano impenitente; espere y escuche lo que no leyó: “Nuevos estudios referentes a la futura vida de la Tierra revelaron que dentro de unos 7 mil 590 millones de años el planeta será sacado de su órbita por el Sol para caer en una rápida y vaporosa destrucción con trayectoria de espiral”.

Despistadamente me quise acercar al filosofo a examinarle los ojos, cada vez más abiertos, fijos y enrojecidos. Pensé cómo salir de aquella circunstancia desequilibrada. Pensé que mi interlocutor habría fumado marihuana o se dio toques de cocaína. Giré lentamente para buscar un escape e imaginé cómo defenderme de una violencia esquizofrénica, pero opté por esperar fingiendo que la Virgen me hablaba. Él tosió, carraspeó y escupió en un jardín. Luego se sentó en la banca y puso los ojos en el periódico que había leído. Viendo mi desconcierto gruñó: “No estoy de humor para bromas, licenciado, siéntese, no hable y oiga lo que sigue:

“La previsión sobre el desastre espacial fue originada en la Universidad de Guanajuato (México) y Sussex (Reino Unido) por los astrónomos Klaus-Peter Schrder y Robert Connon Smith de acuerdo con el periódico español El País. El estudio es el último de un debate sobre el destino de nuestro planeta. El año pasado fue descubierto un planeta gigante alrededor del resto de una estrella en la constelación de Pegaso, lo que creó la esperanza de que la Tierra pudiera sobrevivir a la muerte del Sol. Smith señaló que el nuevo resultado es “algo deprimente” en mensajes de correo electrónico, pero si se mira “desde otro punto de vista es un estímulo para encontrar medios de dejar nuestro planeta y colonizar otras áreas de la galaxia”. ¿Qué le parece?..

¿Puedo hablar? pregunté con precaución, sabiendo lo peligroso que es conversar con un loquito, “Avanti”, dijo el filósofo que pareció haber recobrado la estabilidad emocional. Bueno, yo pienso que la solución debe programarse para dentro de ocho mil millones de años, aunque bien podríamos plantear la organización de un seminario, dijéramos, para una fecha próxima, más o menos en 500 millones de añadas ya que colonizar otros planetas implicaría inversiones no previstas en el presupuesto fiscal del Gobierno Federal. Sin embargo, me parece estupendo que los astrónomos que originaron esta información presenten, por lo pronto, un plan maestro para su ejecución al final del siglo XXI que incluya una convocatoria a los legisladores federales para que aprueben ‘ipso facto’ las reformas fiscal y energética. A ver si con esta prisa salen los proyectos de coinversión petrolífera.

¡Magnífico! ripostó el filósofo: “¡Sabía que entendería mi preocupación por la terrorífica noticia! ¿Debemos compartir nuestro desasosiego con algún científico conocido nuestro? Bien, bien, leo en sus ojos que prefiere esperar, aunque no por mucho tiempo, pues ya sabemos cómo corre el reloj, con cuánta prisa avanza, y el calendario no se queda atrás. Mírelo bien, 7 mil 590 millones de años se van a ir en lo que canta un gallo. Yo voy a trabajar en el asunto desde ya, pues camarón que se duerme se lo come el Sol. Aquí nos veremos dentro de 200 millones de años para una sesión preventiva. Voy por mi yogurt mañanero...Usted ¿adónde va?..

No tuve tiempo de contestarle. El filósofo caminaba deprisa y sin rumbo. Sólo escuché uno de sus últimos gritos: “Licenciadoooo...Voy a ponerle gasolina al auto; no sea que la gente se haya dado cuenta del asunto y ya ande en compras de pánicoooo...”.

Al ir a mi destino reflexioné en lo que decía el gran Cagancho: ¡Hay gente para todo! Y también hay tiempo, hasta para los locos que se preocupan al pensar en el fin del mundo que será... dentro de 7 mil 590 millones de años. Por si las dudas, ya lo apunté en la agenda del celular para que no se me olvide...

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