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Lorenzo Meyer, emérito

Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

El contacto inicial de Lorenzo Meyer con el Colegio de México, en febrero de 1961, fue una leve reprimenda del presidente de la institución, don Daniel Cosío Villegas, por llegar tarde, involuntariamente, al comienzo de los cursos, en la casona de la calle Guanajuato. Cuarenta y siete años después, Meyer recibe esta mañana el emeritazgo de esa casa –la antigua Casa de España en México— donde se formó y a la que ha dedicado casi íntegramente su vida académica.

Su nombre se unirá a la sobresaliente nómina de los eméritos del Colmex: Silvio Zavala, Antonio Alatorre, Moisés González Navarro, Margit Frenk, Rafael Segovia, Mario Ojeda, Josefina Vázquez y Rodolfo Stavenhagen. Como ellos antes, Meyer satisface los requisitos para obtener esa distinción: haber prestado servicios al Colegio cuando menos durante 25 años, “distinguiéndose en ese tiempo por sus labores de docencia y por haber realizado una obra significativa de investigación en el campo de su especialidad, reconocida nacional e internacionalmente”.

Nacido en la Ciudad de México el 26 de febrero de 1942, licenciado y doctor en relaciones internacionales, Meyer hizo un posdoctorado en ciencia política en la Universidad de Chicago. El estudio de la relación entre México y Estados Unidos lo condujo a la historia. Se consolidó así el conjunto de saberes que lo ha hecho uno de los intelectuales más reputado de nuestro país, con gran prestigio en el exterior. Ha sido profesor visitante en innumerables universidades, entre ellas la de Texas en Austin, California en san Diego, Columbia, Stanford, Complutense de Madrid, etcétera, y fue miembro del St. Anthony College de la Universidad de Oxford. Dirigió el Centro de Estudios Internacionales del Colmex, y su revista Foro internacional. Ha sido miembro de órganos de Gobierno y de dictamen en varias universidades de México, entre ellas la UNAM y la Metropolitana.

Investigador infatigable, suman docenas los libros de su autoría, los escritos en colaboración y aquéllos de carácter colectivo en que tuvo a su cargo capítulos que adquirieron notoriedad (como los titulados “La institucionalización del nuevo régimen” y “De la estabilidad al cambio” en la Historia General de México publicada por el Colegio). La de reunir sus obras completas, incluidos los textos de conferencias y artículos académicos sería una tarea ardua, pero en extremo útil, dado el rigor con que Meyer aborda los temas de su interés. Éste se ha concentrado, desde su tesis doctoral, en el petróleo y su papel en la relación entre México y Estados Unidos. No sorprendió a nadie, por eso, que en su reciente participación en el foro senatorial sobre las iniciativas del 8 de abril, el primer capítulo de su ponencia “El petróleo: cuatro temas para el debate en torno a la reforma energética”, se ocupara en desarrollar una “historia política del petróleo”.

En esa presentación Meyer estableció que “por primera vez en materia petrolera la movilización y el debate público genuino anteceden a la toma de decisiones. Y la razón es que quizá ya hay ciudadanos en número suficiente como para hacerse presentes en un foro que hasta hace poco fue dominado por las minorías de siempre”.

Sin detrimento de su escrupuloso trabajo académico –y al contrario basándose en él y siguiendo sus métodos— desde hace un cuarto de siglo Meyer ha participado constantemente en los medios de información. Lo indujo a hacerlo Joel Hernández, un diligente periodista que a la sazón (1981) era responsable editorial de Notimex (fue subdirector editorial de El Universal y ahora dirige la revista Examen, del PRI). Durante los ochenta Meyer vio publicados sus textos en la primera plana de Excélsior, hasta que en 1994, poco después de su aparición en la Ciudad de México lo acogió Reforma, donde su Agenda Ciudadana aparece sin falta todos los jueves.

También ha participado en los medios electrónicos. Sucesiva o simultáneamente figuró en el programa de Ricardo Rocha “Detrás de la noticia”, en el “Monitor” de José Gutiérrez Vivó (ahora acallado por una “censura quirúrgica” y una huelga) y en el noticiario de Radio Educación. Hasta hace precisamente cinco meses era parte de una poderosa triada de comentaristas (con Denise Dresser y José Antonio Crespo) en la emisión matutina de Hoy por hoy, de XEW, dirigida por Carmen Aristegui. Desde hace un mes es parte de un “Encuentro” con Rocha, Virgilio Caballero y el autor de estas líneas, difundido los domingos a las nueve de la noche por Telefórmula y dos frecuencias de Radio Fórmula (103.3 y 970).

En televisión, es el decano en el programa de Canal Once Primer plano, de cuyo pie fundador formó parte en 1999. Era también comentarista en el antiguo Canal 40 (el original, no el “pirata”) en el noticiario que hacían Ciro Gómez Leyva y Denise Maerker.

Sin formar parte de ningún partido, Meyer ha sido un ciudadano activo y elocuente. Su participación en el Senado no se limitó a traer al presente los hechos del pasado petrolero. A partir de ese conocimiento expresó también su convicción de que “disminuir el papel de Pemex como empresa pública, el dar por sentado que no le es posible alcanzar los niveles tecnológicos de punta que una vez tuvo, es desperdiciar de manera injustificada uno de los elementos con que puede seguir nutriéndose el nacionalismo mexicano. Un nacionalismo indispensable, ya que el país debe reafirmarse como entidad nacional frente a un vecino extraordinariamente poderoso, nacionalista y no pocas veces agresivo”.

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