Cuando bebas agua...
acuérdate de la fuente.
La palabra gracias, cuando es expresada desde el fondo del alma, se vuelve extraordinaria. El formular gratitud ante los escenarios del diario vivir nos cubre con un resplandor que da más poder a nuestra vida; poner un gramo de gratitud en nuestras actividades diarias las hace crecer. Simplemente no se puede estar agradecido y ser desgraciado al mismo tiempo.
Esto me recuerda aquella historia que me platicó mi amigo Gulmaro, el carnicero del pueblo; dice que cierta noche soñó que un ángel le mostraba el cielo. Iban a través de un largo salón de trabajo lleno de miles de ángeles. El ángel se detuvo y le dijo:
––En esta área se reciben todas las peticiones en oración hechas a Dios.
El carnicero echó un vistazo por el lugar, los ángeles estaban tan ocupados atendiendo todas las peticiones que Gulmaro quedó impresionado. Luego caminaron por un corredor y llegaron a la mitad del mismo, el ángel le dijo entonces:
––Esta es la segunda sección. Aquí, las bendiciones solicitadas son enviadas a aquellos que las pidieron.
Gulmaro vio lo ocupados que estaban; los ángeles trabajaban arduamente, eran miles las bendiciones que se enviaban a la Tierra. Finalmente se detuvieron en el punto más lejano del corredor, era una sección pequeña, había un solo ángel con un mínimo de trabajo.
––Esta es el área de agradecimientos –le informó el ángel.
––¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí? –preguntó el viejo carnicero.
––Luego de que las personas reciben las bendiciones que solicitaron –suspiró el ángel–, muy pocos envían las gracias por haber recibido las bendiciones solicitadas.
––¿Y qué se debe hacer después de haber recibido una bendición? –preguntó nuevamente.
––Muy simple –contestó el ángel–, sólo tienes que decir: Gracias Padre. Debes aprender a valorar los cientos de bendiciones que hay en tu vida. Si en tu hogar hay comida –le dijo el ángel–, están por encima de mil millones de seres humanos que viven en extrema pobreza. Si tus hijos tienen escuela, están por encima de 75 millones de niños que no disfrutan de la posibilidad de crecer a través de la educación.
Si gozas del privilegio de un lugar para dormir, estás por encima de millones de hermanos que carecen de vivienda digna. Si hoy por la mañana has abierto tus ojos gozando de salud, estás por encima de dos mil millones de hermanos que carecen de acceso a los medicamentos y de otros, que a pesar de su fortuna económica, posición política o liderazgo social, no llegarán a sobrevivir este día.
Si puedes ir por tu camino con una sonrisa, y dar las gracias por el milagro de la vida, eres un bendecido, pues hay 800 millones de hermanos que sufren de abandono por carecer de servicios básicos de salud. Si en tu casa, hay agua para beber, eres diferente a mil doscientos millones de seres humanos que carecen de acceso al vital líquido. Si en tu camino hay motivos para regocijarte, eres diferente a aquellos miles de hermanos, cuya vida se desarrolla entre la duda, el desamor y la desesperanza.
El ángel apostrofó: “Espero encuentres diariamente un motivo para dar gracias por el milagro de la vida, recuerda que el hombre es más grande cuando está de rodillas dando gracias al Creador”.
La moraleja del cuento nos enseña cuántas veces olvidamos dar las gracias por los pequeños o grandes goces de la vida; sólo un corazón en pleno goce puede expresarse con gratitud. Daniel Defoe sentenció sabiamente: “Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos, procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos”.
Qué importante es que cada quien se concentre no en lo que carece, sino en sus bendiciones, Cristo en sus parábolas enseñaba la necesidad de concentrar nuestra atención en lo que tenemos. Dar las gracias por un bien o un favor recibido es una fuerza impresionante, cuanto más se siente la gratitud, más motivos se encuentran para apreciar los dones de la vida.
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