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Los límites del crecimiento

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Comentábamos ayer que una consecuencia no reconocida de la expansión del capitalismo global en los últimos 25 años, es que ha ayudado a sacar a cientos de millones de personas de la pobreza. En la última generación, millones y millones de ciudadanos chinos, hindúes y de otras nacionalidades han dejado la miseria ancestral en la que nacieron, y pasaron a engrosar lo que nunca había existido en esos países: una clase media próspera, con aspiraciones y capacidad de compra. Lo que, por los simples volúmenes de los que estamos hablando, presenta algunos puntos dignos de hacer notar… y que en ocasiones nos ponen los pelos de punta.

Por ejemplo: se calcula que en los próximos años entre 150 y 300 millones de chinos (depende de quién haga las cuentas, y qué se entiende por qué cosa) darán el brinco de la pobreza a la clase media. Esto implica que desearán tener automóvil, artículos electrodomésticos, entretenimiento, que hoy no tienen. ¿Se imaginan el impacto que para el calentamiento global tendrán las docenas de millones de automóviles que serán demandados? ¿Y los millones de toneladas de carbón que habrán de ser quemadas para abastecer de electricidad al montón de aparatos que antes no estaban conectados… dado que no existían por no haber demanda para ellos? Por ahí anda la cosa en la India, el segundo país más poblado del planeta… y que, echándole cuentas, sobrepasará a China en ese rubro en unas tres décadas.

Total, que esa creciente prosperidad puede convertirse en pesadilla; y no sólo para el mundo entero, sino en las mismas sociedades que empiezan a moverse hacia arriba en la escala socioeconómica. Ejemplo de ello son los problemas que, entre industriales y campesinos, se presentan con cada vez mayor frecuencia en la India.

Como respuesta al crecimiento de la clase media hindú, alguien tuvo la idea de fabricar el vehículo automotriz más económico del mundo; vaya, en comparación, el vocho era una limusina de precio insultante. La compañía Tata lanzó al mercado, hace un par de años, el Nano, un miniauto que se vende en 2,500 dólares. O sea, por unos $28,000 pesos en la India se puede adquirir un auto nuevo. Qué tan bueno sea, qué tan poco se descomponga, no me lo pregunten. Pero yo no compraría uno de ésos.

Por supuesto, muchos hindúes no tienen mis prejuicios y han creado una gran demanda del carrito. Por tanto, Tata ha instalado nuevas fábricas en varias provincias de la India… sacando de sus tierras ancestrales a campesinos que, tras recibir compensaciones irrisorias, se quedan sin campos qué cultivar y en el más vil desempleo. Las protestas por estas expoliaciones en nombre del progreso han empezado a crecer. Y en la India eso puede ser peligroso. Recuerden que, por allá, tras un accidente pueden reunirse 150,000 mirones. Y en la noche…

Como se resuelvan esos conflictos determinará en gran medida la conformación real y definitiva de una clase media abundante en esos grandes países. Y, como decíamos, eso no sólo les importa a ellos… sino a todo el planeta.

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